InicioReportajesJoan Baez, seis décadas a viva voz

Joan Baez, seis décadas a viva voz

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Ojos castaños y melena larga, azabache. Un timbre de soprano, único, que penetra hasta lo más profundo de las almas, capaz de trasladar mentes y cuerpos a otra época y lugar. Una imagen y una voz, las de Joan Baez (Staten Island, 1941), que emergieron en la escena folk neoyorkina de los sesenta y perdurarían en el tiempo como icono de la lucha por los derechos humanos, el feminismo y, en la música, destinada a liderar la revolución de este género que tanto daría que hablar en esos convulsos años.

Una voz, sin embargo, finita, que se encuentra ya en su última gira de despedida: el ‘Fare The Well’ tour, con el que esta figura legendaria pasará por los escenarios españoles por última vez esta semana. Lo hará en cuatro fechas distintas: en el Festival de Jazz de San Sebastián el 24, el Festival Jardins Terramar de Sitges el 25, el Festival de la Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols el 27 y el Universal Music Fest en Madrid el 28.

La primera aparición pública de Baez en nuestro país ocurrió en 1977, en los primeros tiempos de la transición democrática. En aquella ocasión cantó —además de en Madrid y Barcelona—, en el programa ‘Fiesta’ de Televisión Española, donde su dedicatoria a Dolores Ibárurri, ‘La Pasionaria’, del tema «No Nos Moverán» sirvió para desempolvar una canción que había sido censurada de su propio álbum en el país. «No tenía idea del impacto que esta canción tan sencilla tendría en tanta gente», escribe Baez en sus memorias de 1987, al recordar el revuelo que causó su actuación: «hubo una celebración salvaje, abrazos, besos, lágrimas y brindis en las casas y los bares de España», escribe.

Desde entonces han pasado 42 años, pero Baez sigue dando titulares en España. Hace poco afirmaba en varias entrevistas que aún «sigue habiendo presos políticos» en nuestro país, y su foto en redes sociales con Carles Puigdemont —a quien dedicó una canción de Lluís Llach en su concierto de Gante— fue compartida por varios medios nacionales.

El espíritu combativo de la cantante, junto a su voz inigualable, ha acompañado siempre a la también activista que ayudó a definir el movimiento de protesta de los años sesenta. Por aquel entonces, Baez cantaba en contra de la Guerra de Vietnam o a favor de los derechos civiles de la población afroamericana, junto a Martin Luther King. También acudió a defender los derechos humanos en lugares más remotos, como Asia o Sudamérica, y fue la primera artista de renombre internacional en tocar en las repúblicas balcánicas tras el fin de la guerra de Yugoslavia, en los noventa. Más recientemente, en 2016, protestó contra la construcción del oleoducto Dakota Access que afectaba a territorio indígena. El apoyo a la comunidad LGTBI, a los refugiados o a las víctimas de tiroteos en EE. UU. han sido otras de las muchas causas a las que esta legendaria cantautora se ha sumado.

Musicalmente, Baez debutaba en 1959, con una actuación en el Festival Folk de Newport (Rhode Island, EE. UU.) a la cuál seguiría la grabación de su primer disco: ‘Joan Baez’en 1960. Pocos años después conocería a Bob Dylan, figura a la que apadrinó a su llegada al neoyorquino Greenwich Village y de quien versionaría numerosos temas —destaca en ello el álbum ‘Baez Sings Dylan’—.

En 1969 participó en la jornada inicial del mítico Festival de Woodstock junto a otros actos folk como Richie Havens, Tim Hardin, Arlo Guthrie y Melanie Safka. Y desde entonces, la cantante ha lanzado infinitos álbumes en los que mira tanto al folklore tradicional —temas como «Donna, donna» o » como a su vasto mundo interior o el mundo que la rodea. Sin ir más lejos, uno de sus últimos temas, «Nasty Man», critica a Donald Trump.

Joan Baez en el Festival Folk de Newport. © Joe Sia.

Entre sus mayores éxitos comerciales están los trabajos ‘Blessed Are…’ (Vanguard, 1961) y ‘Diamonds & Rust’ (A&M, 1975). Pero quizás sean más aclamadas aún, sus versiones de grandes músicos folk, como Woody Guthrie o Pete Seeger, así como de artistas contemporáneos a ella como Donovan —»Turquoise», «Catch The Wind»—, The Band —»The Night They Drove Old Dixie Down»— o The Animals —»The House Of The Rising Sun»—, y artistas hispanoparlantes como Violeta Parra —»Gracias A La Vida»—,Víctor Jara —»Te Recuerdo Amanda»—o Joan Manuel Serrat —»Llegó Con Tres Heridas»sobre un poema de Miguel Hernández—. Fue este idioma, el español, en el que publicó su decimosexto álbum de estudio, ‘Gracias A La Vida’ (A&M, 1974), pero además ha grabado canciones en otros seis idiomas al menos.

El lirismo de sus interpretaciones alcanza un alto nivel, caracterizado por la dulzura de las melodías y esa voz de soprano potente, cuyo característico vibrato ha pasado ya a la historia de la música.

Este timbre, sin embargo, comienza a apagarse como consecuencia inevitable de sus más de cincuenta años de uso. En 2017, comenzó a trabajar con un terapeuta vocal, y a asumir el abandono «de las notas más altas, ya que no funcionaban», según explicaba Baez a The New York Times el año pasado. Un sonido prístino y angelical que ha dejado paso a una voz rasgada, marcada por el tiempo y la experiencia, pero igualmente conmovedora.

«Y qué hace usted, señora Baez, cuando deja de viajar y vuelve a casa, y su vida vuelve a la normalidad?». Con esta pregunta, la artista abre el último capítulo de sus memorias de 1985. A ella, responde: «Bueno, no hay nada normal, y las cosas que hago cambian: estudio Aikido, hago fotos, un curso de danza, vuelvo a cocinar, ilustro un libro de canciones, comienzo un proyecto de derechos humanos —escribo un libro. Y tengo amigos que se han mantenido constantes.»

Eso era a finales de los ochenta, pero ahora la cosa tampoco ha cambiado mucho. Según ha explicado en varias entrevistas, a día de hoy Baez se dedica también a la pintura, está preparando un documental y escribiendo unas nuevas memorias sobre su vida, aunque ha publicado ya «Daybreak» (1968) y «Una voz para cantar» (1987). Dos volúmenes cargados de anécdotas, pero también reflexiones y sabiduría vital acumulada a lo largo de una carrera de lo más prolífica.

Y aunque deje de dar conciertos, la voz de Baez no dejará de discurrir por la memoria colectiva, enseñar e inspirar a aquellos que quieran escucharla. Cabe preguntarse, si en el frenético mundo actual, a veces fagotizado por los one hit wonders y la música más comercial, hay aún hueco y tiempo de pararse y emocionarse con canciones tan sinceras como ese «Diamonds And Rust» o «Here’s To You».

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