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Mucho: «Del sufrimiento de la búsqueda, viene el placer al lograr algo después»

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Fotografía: Alejandro García-Cantarero

Una nueva etapa se abre para Mucho con su disco ¿Hay alguien en casa?. Convertido ahora en un proyecto unipersonal de Martí Perarnau IV, que se ha quedado solo al frente del mismo, lo cual ha permitido que goce de la más absoluta libertad creativa.

En la carrera de Mucho no hay dos discos iguales y este cuarto larga duración sigue la misma premisa que los anteriores. Los coqueteos con la electrónica que ya se percibieron en Pidiendo en las puertas del infierno se han convertido ahora en el principal argumento de ¿Hay alguien en casa?. Estamos ante un álbum escrito en primera persona, a corazón abierto, que habla de sentimientos, de diferentes maneras de afrontar los problemas, de la soledad, de la cruda realidad que nos rodea… Un disco que, en definitiva, habla de su autor.

Hablamos con el propio Martí de todo lo que conlleva tirar solo de un proyecto como Mucho, de lo que, a estas alturas, espera de la música y de las razones que le han llevado a componer las excelentes canciones que forman ¿Hay alguien en casa?. El resultado de la entrevista nos deja un ejemplo de sinceridad y honestidad dentro de la, cada vez más difícil y en muchas ocasiones desagradecida, profesión de músico. Bienvenidos a la nueva etapa de Mucho.

La primera pregunta es obligada y supongo que te hartarás de contestarla, pero ¿qué ha pasado con el resto de compañeros con los que formabas Mucho hasta ahora?

Curiosamente, me lo ha preguntado muy poca gente. Lo que ha pasado es la realidad de la música española, que no se puede vivir de ella. Si pudiéramos pagarnos el alquiler o algo cercano eso con nuestro grupo, seguramente nadie se hubiera tenido que ir, pero es imposible. Este es un oficio de héroes… o de tarados, según se mire.

Miguel antes de grabar el disco ya decidió que se iba, Víctor está a tope con Rufus T Firefly, pero en realidad puede que siga porque mantiene la disponibilidad y, si en algún concierto hay hueco para él, va a venir a tocar. Precisamente el que parecía más ocupado, es el que más ganas tiene de seguir. Y con Carlos ocurre lo mismo que con su primo… en el sector toledano la economía manda.

Pero bueno, en realidad ha estado guay porque, en cierto modo, ha sido liberador y una manera de plantearme si realmente quería seguir con esto. Así que todo esto ha sido muy revelador para mí mismo.

En alguna ocasión has dicho que la creación de este disco ha sido una travesía por el desierto e incluso hablas de sufrimiento. ¿Tan duro ha sido?

Los dos años que he estado haciendo las canciones solo en casa han sido de mucho sufrimiento, porque creo que nunca había hecho tantas canciones ni había trabajado tanto. Siempre había llegado con las diez canciones a grabar el disco y en cambio ahora ha habido mucho proceso de aprender a manejar esto del Ableton, durante muchísimas horas de mi vida.

He visto que, en algunas canciones, de la primera versión a la última ha pasado quizás un año y medio, con todas las modificaciones en la sesión que eso conlleva, lo cual es algo que ya se me escapa. Por eso en los créditos del disco solo están los que hemos tocado en La Casa Murada, porque no me acuerdo realmente de lo que yo he grabado en casa. De ese proceso en mi casa no me acuerdo de nada porque he tenido tantas versiones, que ya no sé ni lo que he hecho.

Ha sido un sufrimiento pero, a la vez, era algo que yo abrazaba en cierta manera, porque entendía que del sufrimiento de la búsqueda viene el placer de después, al ver que lo has logrado. Supongo que debe ser como el arqueólogo que echa muchas horas y luego encuentra un hueso.

“En la música electrónica hay mucha más libertad de lo que parece”

Esta nueva etapa se presenta como un claro ejemplo de soledad y ¿Hay alguien en casa? habla mucho de eso. Desde la portada, hasta la simbología de las canciones. ¿Planteaste este concepto como leitmotiv del disco o simplemente has plasmado lo que sentías en este momento a nivel personal y profesional?

Creo que es algo que ha quedado plasmado en todas las canciones pero que yo no buscaba mucho. De hecho, para mí el leitmotiv del disco era una noche en una gran ciudad, en la que sales de fiesta. Empiezas a las 8 de la tarde y terminas a las 6 de la mañana, quizás cogiendo un avión desde un aeropuerto. En mi cabeza era eso, la gran ciudad, la fiesta, la noche, la música rave… La soledad a la que hago referencia es más esa soledad que se siente en la gran ciudad, en la que estamos todos juntos pero, en el fondo, estamos nosotros solos mirando el móvil.

Da la sensación de que me siento solo y quizás sea cierto, pero creo que se ha transferido a las canciones a nivel subconsciente. Es algo que debo tener dentro pero, en el fondo, seguramente sea de las personas más afortunadas porque tengo muchos y muy buenos amigos, tengo una novia que es increíble y tengo a mis padres. O sea que también sería un poco gilipollas quejarme por estar solo, cuando tengo mucha suerte en ese sentido.

Lo primero que llama la atención en este disco es el predominio (más que anteriores álbumes tuyos), de la electrónica. De hecho, según los créditos, toda la parte electrónica y de sintetizadores la has grabado tú mismo. Cuéntame cómo ha sido el proceso creativo y compositivo de este disco.

Con el disco anterior yo ya hacía todas las canciones en el Ableton y algunas pistas de eso ya quedaron en el disco final, como ocurre en Fue, por ejemplo. Pero realmente siempre había una transferencia entre lo que se hacía en casa y el estudio. En este caso, lo que ha ocurrido es que mucho de lo que he hecho en casa, ya es el disco.

El proceso realmente es el descubrimiento de manejar el Ableton como para poder expresarme con él sin obstáculos. Durante todo este proceso también pensaba en cómo poder hacer una canción de pop de las que siempre he hecho, con su estrofa, su estribillo y su rueda de acordes, pero sin tener que tocarlos con ningún instrumento. El fin era ver de qué manera podía cantar algo encima de todo lo que estaba haciendo y darle la estructura de una canción de pop, que era algo que yo pensaba que con la electrónica no se podía hacer. En toda esa búsqueda aprendo a samplear, cosa que no había hecho nunca, y a manipular el audio como si fuera un instrumento. Todo ese proceso, al final, es echar muchas horas y aprender un lenguaje nuevo.

Me da la sensación de que no he tocado mucho en este disco, pero bueno, he tocado el portátil, que ahora yo lo considero un instrumento más. Es verdad que hay sintes, pero los que hay son añadidos a algo que ya había hecho. Todo nace del proceso electrónico.

Todo esto se debe, sobre todo, a que he descubierto la figura del DJ Como la de un verdadero artista. Mi yo del pasado los veía como que no eran músicos y que eran personas un poco inferiores porque ponían canciones de otros, cuando en realidad ahora admiro a los DJs y me parecen auténticos artistas. Juego un poco a ser DJ pero con mis propias canciones.

Estuve en una rave en Berlín que fue increíble. Era en el Tresor y estuve yo solo, no conocía a nadie. Me tome una birra únicamente y estuve hasta las 7 de la mañana, solo, sin beber nada, ni agua siquiera. Simplemente estuve flipando con la música, vibrando, pensando que eso era increíble y viendo como pinchaban. Había un colectivo de DJs de Nueva York que son solo mujeres y son bastante cañeras. La verdad es que fue increíble y me abrió mucho los ojos, al ver las sensaciones que puede transmitir la música y lo guay que es todo lo que hacen los buenos DJs… y no me refiero a David Guetta (risas). Me interesa mucho ver que en la música electrónica hay mucha más libertad de lo que parece. Es un gran campo verde de libertad que me parece flipante y que me apetece explorar.

Al encontrarte solo ante este proyecto, ¿ha facilitado eso su creación por tener más libertad o, por el contrario, te ha costado sacarlo adelante sin el apoyo y el aporte de tus compañeros?

No es que nos hayamos separado por una gran discusión o enfadados, así que en realidad ha sido liberador pensar: “Ahora voy a hacer lo mío, ¡qué guay!”. Me lo he tomado todo como algo muy positivo. La verdad es que lo de trabajar en casa solo ha sido la gloria.

“El hecho de hacer el disco solo, me ha dado permiso para poder hablar de todo lo que yo quería”

Hay cierto tono de nostalgia en el disco, con títulos como 1985, ¿Hay alguien en casa, McFly? o Teléfono, mi casa. ¿Te consideras una persona nostálgica?

La verdad es que no soy nostálgico pero, no sé por qué, haciendo estas canciones me acordaba mucho de cómo era yo de pequeño o de mi adolescencia. Volvían a mí sensaciones como cuando me maravillaba una película o cuando escuchaba por primera vez algunas canciones. Por ejemplo, me acordaba mucho de volverme loco con I Am The Walrus de los Beatles, yo solo en casa, escuchándolo sin parar con los cascos puestos. No sé si es porque esta es la primera vez que hago algo totalmente mío y buscaba la intimidad, pero me he visto mucho pensando en mi infancia.

Lo de ¿Hay alguien en casa? viene de Regreso al futuro. Cuando yo vine a Madrid, en el cole me llamaban Marti porque no sabían decir Martí, que es una cosa muy madrileña. Así que también tiene relación con eso.

Sí que hay un poco de mirar atrás pero creo que no es nostalgia. Yo fui un niño feliz, pero tampoco tengo ganas de volver a ser niño porque estoy en la gloria ahora mismo. Creo que ha sido la búsqueda de transferir emociones en las canciones, pensando en cuando yo era pequeño y me emocionaba con las cosas. Es algo así como una especie de catalizador a la hora de cantar o tocar, para llegar a sensaciones más puras, como las que tenía cuando era pequeño.

Lo que hablábamos antes de la soledad, se percibe, por ejemplo, en el primer adelanto que sacaste del disco, Ahí te quedas, Perarnau. Canción en la que pareces dejar clara tu situación actual.

Exacto. Sobre todo yo quería sacar esa canción primero para explicar el hecho de quedarme solo pero seguir llamándome Mucho, porque no sabía cómo hacerlo. Realmente, la canción no tiene casi nada de electrónica, es lo más parecido a una canción mía de siempre, pero la elegí por la letra y me parecía medio freak poner mi apellido en un título y a mi padre todavía más (risas).

Desde luego, lo que sí parece es que estamos ante tu disco más personal y sincero. Parece que te has abierto en canal y has puesto en las letras todo lo que tú eres, lo que sientes, lo que piensas, lo que observas…

Esto de hacer entrevistas a veces es casi una terapia y ahora que hablamos estas cosas, me da la sensación que no pensé mucho en esto pero que salió de una manera natural. Las letras siempre las he vomitado un poco pero supongo que, de alguna manera, el hecho de saber que iba a hacer el disco solo, era como si alguien me hubiera dado permiso para poder hablar de todo lo que yo quisiera.

De hecho, en la portada al final ha salido un edificio pero la idea era que saliera mi cara, como el disco aquel de Miles Davis. Tenía que ser todo muy personal. La verdad es que no he pensado mucho al hacer las letras, siempre escribo según me salen, pero veo que el subconsciente siempre está ahí haciendo su trabajito.

“Me da muchísima rabia y pena que importe tan poco la vida de la gente”

A nivel temático, en ¿Hay alguien en casa? hay mucho peso de lo personal como ya has dicho, pero también hay una gran dosis de política y de crítica social. Al final, lo segundo es casi consecuencia de lo primero, ¿no? Es inevitable que cuando uno habla de sí mismo, haga referencia a lo que le afecta de la sociedad o del mundo que le rodea.

Totalmente. En realidad es lo mismo porque las collejas me las pego a mí mismo. Yo soy el primero que me quejo desde el sofá poniendo un tweet y que no hago nada más. Todas las mañanas me pongo Espejo público y me enfado mucho, pero no hago más. Así que creo que no le exijo nada nadie, es más una colleja a mí mismo, diciéndome: “Mira la que hay liada aquí y tú eres un puto vago que no hace nada”.

Hay mucho cabreo y desesperanza en este disco. A nivel general, ¿ves el mundo con optimismo o con pesimismo ante todo lo que está ocurriendo?

Es cierto que hay derrota en este disco. La verdad es que no veo mucha solución a todo esto que está pasando. Sobre todo al sistema ultracapitalista en el que estamos metidos, no le veo una solución de hoy a mañana, ni va a haber una solución porque haya un cambio de gobierno. Me da la sensación que el cambio tiene que ser tan profundo que no sé si llegaremos a verlo. Quizás no es tanto desesperanza sino que es más resignación. Aunque esto no me impide disfrutar de la vida, yo no vivo triste. Además, por ejemplo, creo que estamos viviendo un momento glorioso en la música. Realmente yo soy bastante optimista aunque no lo parezca, pero con el mundo y el sistema veo que no hay mucha solución posible a corto plazo.

En la actualidad, ¿a quién le dirías aquello de «¿Hay alguien en casa?” de Regreso al futuro?

(Entre risas). Primero me lo digo a mí mismo, después se lo digo a todo el mundo que vive en este país, menos a los pensionistas porque ellos sí que lo tienen claro y luego se lo diría a tanta gente… Se lo diría a Inda, a Susana Griso, a Pablo Casado, a Pedro Sánchez…. se lo diría a tanta gente que me resulta casi más fácil decir a quién no. A Putochinomaricón no se lo diría (risas).

¿Qué es lo que más te preocupa o cabrea de la sociedad actual o de la situación política del momento?

La verdad es que no lo tengo claro. Como hago las letras de esta manera y salen solas, luego se me hace muy difícil hacer un análisis porque no soy experto en nada de esto. Pero me da mucha rabia que no tengamos el sentido común de ver que todos hemos sido inmigrantes alguna vez, que ahora nos gusta la comida de muchos países, que en el fondo todo es una mezcla de razas y de culturas,  que todos nosotros formamos parte de un gran bagaje. Pero en realidad miramos hacia un lado y dejamos morir a toda esa gente en el Mediterráneo. ¿Cómo es posible que dejemos morir a toda esta gente cuando nosotros también hemos sido inmigrantes alguna vez y también nos han salvado?

Me sorprende que seamos tan poco humanos. Bueno, a lo mejor es que el ser humano es eso, no lo sé. Me da muchísima rabia y pena que importe tan poco la vida de la gente. Encima parece que no se lo puedes explicar a nadie porque si lo haces te sueltan lo que les ha dicho la tele y piensas: “¡No me lo puedo creer!”. En el fondo es solo sentido común.

“Saber que ya no voy a vivir de mis canciones me ayuda a estar más tranquilo y ser más libre”

Con Putochinomaricón levantas la voz sin pudor. Me parece un tema muy necesario. Háblame de esta canción. ¿De dónde viene y por qué ese título?

Realmente no recuerdo muy bien por qué escribí esta canción. Sí que recuerdo que el hecho de comprarme una máquina de escribir influyó, porque como tienes que pulsar muy fuerte, escribí más cabreado. Además, las palabras se quedan ahí y no las puedes borrar, tiene mucho más valor lo que pones. Mi sensación era de estar escribiendo como una metralleta, pero no recuerdo pensar un objetivo principal para escribir esta canción.

También recuerdo pensar mucho en James Murphy, de LCD Soundsystem, en su manera de hacer letras. He pensado mucho en la canción Losing My Edge, de su primer disco, que habla del postureo musical de “yo estaba ahí cuando Ramones se fundaron“ y cosas así. Lo que pasa es que en él hay una retranca y un humor que yo pensaba que también había cuando escribí esta letra, aunque luego me dado cuenta que no (risas). Para mi Putochinomaricón era de humor pero nunca lo consigo porque cuando canto, en lugar de ponerme como James Murphy, con voz cachonda, me pongo como serio y de resaca y no hay manera de transferir el humor. Esto me lo dice mi chica siempre: “Tú crees que puedes cantar como Father John Misty y como James Murphy y parecer gracioso, pero no tienes ni puta gracia y solo pareces enfadado” (risas).

Sin embargo, Nunca pegarías a un hombre con gafas es una canción en la que pareces resignarte ante determinadas evidencias (“Siempre acabo mal, siempre acabo igual…”). Aunque eso sí, dejas clara una búsqueda de ti mismo.

Yo con la música todo el rato estoy buscándome. Esto responde también a una manera de afianzarme a mí mismo y aceptar que ya nunca voy a vivir de mis canciones como imaginaba el Martí de 20 años, que pensaba en el sueño del rock. Digamos que ya he aceptado hace muchos años que yo hago mis canciones, pero solo por una necesidad un poco egoísta. Supongo que ese viaje es fundamental en cómo salen las canciones ahora. Todo eso me ha ayudado a estar muy tranquilo y a ser más libre.

Al hilo de esto, en Las ventanas se encienden te muestras algo pesimista, incluso trágico (con frases como “han convertido mi vida en una mentira”), pero dices “Aun así, continuaré”.

Esto responde un poco lo que te decía antes. Voy a seguir tocando y, como es lo único que sé hacer, continuaré haciéndolo.

Además dices “Yo ya no puedo ver más embestidas a mi pueblo”. ¿Cómo crees que debemos actuar como sociedad ante todo lo que está ocurriendo?

La verdad es que no lo sé. Esa frase la escribí con el 1 de octubre. Simplemente me acuerdo de volver en la furgoneta de tocar en Donosti o algo así y ver las imágenes de la policía pegando a la gente. Se me ponían los pelos como escarpias, no me podía creer lo que estaba pasando.

Me cabrea mucho este tema porque es un problema que se han inventado para ganar votos. Cuando se fundó la Unión Europea nos vendieron a todos que ya no iba a haber fronteras y parece que ahora todavía tenemos más problemas con los idiomas, Por ejemplo, seguimos teniendo problemas porque enseñan euskera en los colegios.

“Tenemos la idea de que todos los conciertos que hagamos sean diferentes entre sí”

El diseño del disco, con las fotografías de Pau Roca, también tiene mucha importancia dentro del concepto global del proyecto. En un interesantísimo hilo de twitter el propio Pau hacía referencia a todo eso. ¿Puedes contarnos cómo surge la idea del arte del álbum y qué pretende narrar?

Yo siempre hablo con Emilio Lorente, que es el que me hace el diseño siempre. Me imaginaba edificios socialistas vacíos, como los de una cuenta de instagram que sigo que se llama Socialismmodernism. De hecho contacté con un tipo majísimo que hace fotos de esas, pero Emilio me decía que si no molaría que, ya que era un disco tan mío, fuera algo español o madrileño. Así que me animó a hacer lo mismo con edificios madrileños. Dimos un par de paseos de scouting por Madrid pero claro, es una ciudad que conozco tanto, que no había nada que me sorprendiera.

Entonces, como yo sabía que Pau está muy metido en la fotografía le mandé un whatsapp y le dije que le iba a mandar mi disco, contándole un poco la chapa esta de los edificios y que si tenía alguna foto suya que me pudiera servir y le apetecía, que me la enseñara. Entonces él me respondió con una foto que es la portada de El enemigo ahora vive en todos nosotros, que es como un auto cine en Valencia, que era un parking de la Ruta del Bakalao. Me dijo que era una larga exposición y tardó 45 minutos en hacerla, lo mismo que dura el disco.

Ahí ya se empezó a engorilar, se le fue la olla y me dijo que quería ir a la Ruta del Bakalao y sacar fotos de discotecas antiguas. Contaba que las canciones, aparte de todo lo que yo le había contado de los edificios, le decían muchas cosas de la música electrónica. Así que, como queríamos hacer algo español, ¿qué mejor que la Ruta del Bakalao, de donde viene la música electrónica en este país?. De ahí surgió la idea de las discotecas vacías.

Son todo largas exposiciones de noche, me las mandó y me fliparon. Me emocionó mucho todo este proceso artístico que hizo a partir de mis canciones. Precisamente, la portada es lo único que no es de la Ruta del Bakalao, que debe ser un hotel de algún viaje suyo.

Ahora tienes que compaginar tu gira con otros proyectos, como el de Zahara, por ejemplo. ¿Cómo se van a presentar los conciertos de Mucho a partir de ahora?, ¿qué músicos te acompañarán?

Mi idea es hacer un formato mutante. La base será un trío con Xavi Molero a la batería, Emilio Sáiz a la guitarra y yo con las máquinas. Quiero que sea como una sesión de DJ en la que ni siquiera ellos sepan la canción que va a venir y que cada día sea un poco diferente. Ellos son muy maestros de la improvisación.

Sobre todo en la salas, será ver un poco la energía de cada día y que todo sea diferente, tender un poco a la jam. Igual que el DJ que mira en el cajón para ver qué disco saca, pues lo mismo en los conciertos. Mi sueño sería hacer algo así como una rave, que desde que abran puertas ya estemos haciendo música en directo y que, en un momento dado, se convierta en el concierto. Es como darle un valor añadido a los conciertos de las salas. Después, en algunos que pueda, se unirá también Ricky Falkner y de repente, si hay alguno que también pueda, igual viene Víctor Cabezuelo. También haré algunos conciertos yo solo, si hay algún sitio muy pequeño o alguno Emilio y yo.

La idea es que cada concierto sea diferente. Si un día nos apetece un fiestón, lo hacemos y si otro día nos sentimos más cómodos con algo más ambient, pues lo haremos. Si un día te ha tocado algo que no te gusta, lo siento, pero así es algo que está vivo. Es que a mí siempre me ha dado la sensación de que si alguien ve tu concierto dos veces en una gira, que es bastante probable, ya sabe lo que va a pasar siempre. Eso es lo que pretendo, que sea todo como una improvisación de jazz pero con mis canciones.

Suena muy bien y el ensayo que hemos hecho es increíble, pero claro, esto es algo que tampoco se puede ensayar. También queremos que esto vaya poco a poco creciendo y que si nos ves ahora y dentro de un año nos ves de nuevo, no tenga nada que ver.

AUTOR

Javier Decimavilla
Javier Decimavilla
La música nos puede salvar la vida o al menos mejorarla. Bob Dylan, Neil Young, David Bowie, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, nos llevan enseñando el camino a la felicidad desde hace décadas.

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