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THE TALLEST MAN ON EARTH – I LOVE YOU. IT’S A FEVER DREAM

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Cuando publicó el último vídeo de su serie de vlogs The Light In Demos, Then I Won’t Sing No More, el sueco Kristian Matsson prometía ante la cámara que no volvería a cantar canciones de desamor. Que esa sería la última. Sin embargo, unos meses más tarde, al desenfundar su nuevo y séptimo trabajo, comprobamos que al cantautor norteño le quedan aún monstruos con los que batallar en este terreno. Basta con leer el título: I Love You. It’s A Fever Dream («Te quiero. Es un delirio febril», en español).

El anterior trabajo de Matsson, Dark Bird Is Home, había sido un punto de inflexión en su carrera. La temática se volvió más gris que álbumes anteriores, y el sonido más elaborado. Paradójicamente, el trovador sueco comenzó a cantar acerca del desamor y la muerte entre instrumentaciones más elaboradas, con clarinetes, trompas y teclados entre otros instrumentos.

Y ahora, cuatro años más tarde –tras haberse alejado de los escenarios para conectar consigo mismo, con su música, y sus seguidores a través de un canal de Youtube–, Matsson parece querer conjugar estos nuevos sonidos con su anterior faceta más acústica en I Love You. It’s A Fever Dream, un álbum que fue además grabado y producido por Matsson en su propio apartamento.

La intención más íntima y sencilla del trabajo, sin embargo, no queda clara hasta el tercer corte: There’s A Girl. Introducida por la armónica, la canción recuerda a lo primero del cantante sueco, esos trabajos que le ganaron comparaciones con Bob Dylan. También es el caso de My Dear, cuya intro recuerda a joyas de su álbum There’s No Leaving Now; y de otras pistas como I’ve Been Keeping Around, There’s A Sky o el tema homónimo que cierra el álbum.

Pero a pesar de este sonido más sencillo, se nota también la sombra de Dark Bird Is Home, con una mayor instrumentación en temas como I’m A Stranger Now, Hotel Bar, The Running Styles of New York, o All I Can Keep Is Now. Distintos instrumentos de cuerda, teclados, vientos y algún sinte entran en juego, y la fórmula de canciones como Hotel Bar –que repite en otros temas– es absolutamente magistral: la progresión desde secciones más acústicas hacia la polifonía de los estribillos.

La mayoría de las canciones son ágiles, movidas. Ya sea solo con la guitarra, el piano, o entre más instrumentos, Matsson invita a moverse, cantar… elevarse hasta olvidar todos los monstruos de los que habla. O no. Y es que las melodías, a pesar de la velocidad y los crescendos, tienen un matiz menor son capaces de evocar la nostalgia; incluso en lo más alto. Las letras, que siempre han sido punto fuerte de Matsson, te punzan en lo más profundo del alma.

Catarsis; melancolía; tristeza. Llámalo como quieras, pero la verdad es que el tiempo en el que The Tallest Man On Earth solo hablaba de aventurarse por el mundo ha quedado atrás, y Matsson ha vuelto ahora la mirada a su vasto mundo interior; ¡y de qué manera!

En I’m A Stranger Now comienza con preciosas cuestiones abstractas –»¿en qué idioma sueñas cuando estás borracho?«, interpela al oyente– para luego reflexionar sobre quién es y dónde le ha dejado su última relación; un tema bastante recurrente a lo largo del álbum, junto con otro como la exploración de la soledad, del que es una brillante muestra el inicial Hotel Bar.

Pero el Matsson de siempre, ese trovador que cantaba a la naturaleza, sigue viendo en su entorno fuente de inspiración. Esta vez como un espejo en el que ver reflejadas sus emociones. Con el verano, la tormenta, el río, la mañana, el bosque, los pájaros, se encuentra en temas como My Dear: «Mi cuerpo está en la tormenta de verano, mi alma en la sensación de después», canta. Pero también hay hueco aquí para contemplar otros escenarios: el bar del hotel, las calles de Nueva York, los trenes, los edificios. Acertadamente, Matsson describe el entorno que le rodea a él en sus dos mundos: con un pie en la naturaleza sueca, de donde es, y otro en Manhattan, donde también se ha instalado.

Y aunque las letras aún desprenden por momentos miedo y dolor, Matsson también halla la claridad más cerca que en su anterior trabajo. «Salimos corriendo, pero avanzamos hacia los días de gracia, que vuelven», canta elocuente en el estribillo The Running Styles of New York. En All I Can Keep Is Now, que ya había presentado en YouTube, encuentra la lucidez en el momento presente y recuerda: «está la luz, y la luz está en mí; ¿no fue esto un extraño sueño?«.

I’ll Be A Sky es también una buena muestra de esta actitud renovada, quizás una de las notas más optimistas del álbum: «Me encuentro algo extraño la mayor parte del tiempo; pero no me importa, oh, cuando mi corazón se siente fuerte«, determina mientras rasga la guitarra.

En este trabajo, parece haber encontrado el equilibrio sonoro entre lo más producido y lo más sencillo; entre lo multinstrumental y lo acústico. El trovador sueco navega ambos sonidos para producir un trabajo más completo que el anterior, y es aquí donde parece encontrar la luz. Un álbum que no decepcionará a los fans de The Tallest Man On Earth y que probablemente atraiga a más de un curioso por los nuevos derroteros del folk de raíces en ya casi la tercera década del siglo XXI.

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