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THE 1975 – NOTES ON A CONDITIONAL FORM

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Notes On A Conditional Form es un choque directo de primeras sin ninguna duda, una hora y veinte de música y 22 pistas con nuevo material. Es lógico pensar que algo así puede ser muy arriesgado de presentar. A más temas, más complicado mantener una coherencia, pero si hay algo que contar hay más oportunidades de hacerlo. El cuarto álbum de los británicos The 1975 no sorprenderá a los fanáticos porque sigue la línea de variedad que la banda lleva años defiendo en sus discos. En este caso, la más de una veintena de canciones fueron escritas durante una gira, se han grabado en más de quince estudios diferentes y exploran una gran cantidad de subgéneros del pop y del rock.

Sí, Matt Healy, líder y vocalista del grupo, se calentó al decir antes de su lanzamiento que éste sería el mejor disco de The 1975. Sus letras hablan de romances, de anhelos, de la soledad de un dormitorio, de apatía… y no es novedad que abran este viaje con un corte titulado The 1975 es más, ya forma parte de su sello de identidad. La particularidad de ésta es que cuenta con la activista adolescente Greta Thunberg, quien hace un alegato al cambio, una proclama por la conservación del planeta. Su inicio es similar al de Endless Forms Most Beautiful de Nigthwish, con Richard Dawkins como colaborador. Aunque esta introducción es digna de un buen documental, la narración sobre el bello colchón musical lo pueden avalar, no retoman el tema climático en profundidad durante el resto del disco, curioso. The End (Music For Cars) es un interludio demasiado temprano que, igual que Streaming, se fundamenta en un colchón instrumental elaborado con elementos orquestales. Todo se rompe con People, el corte más cañero. Healy se deja la voz a ritmo de punk/rock hablando del capitalismo, lo digital, el conformismo y el pensamiento millennial. Este adelanto parecía desentonar en un primer momento, pero, tras la obertura escuchada, pone las pilas al oyente y le pide que despierte porque, entre otras cosas, aún hay una veintena de canciones que se avecinan.

Tras un discurso sobre la sostenibilidad medioambiental, un “reacciona” agresivo y una liberación instrumental de tensiones, Healy se derrumba y muestra su fragilidad. Frail State Of Mind podría ser considerado musicalmente como el hermano de su predecesor TooTimeTooTimeTooTime. El cantante abre su mente y habla de su ansiedad apoyado por sintetizadores, una bruma sonora y una base con una marcada firma de la banda. Le sigue The Birthday Party sin perder un estado de trance que irá y volverá a lo largo del tracklist. Un protagonista encerrado en su mente poco a poco comienza a encontrar el bien propio en los demás, en el contacto con ajenos. Sexo ilícito, drogas duras… un pasado oscuro con anécdotas de ligues y relaciones sociales que a más de uno retrotraerán a su juventud.

Y al aterrizar en la séptima parada Yeah I Know se presenta como un híbrido entre un interludio y una canción propiamente dicha. No es música de relleno, hace vibrar y mantener en esa aura de graves y timbres sutiles que juegan rítmicamente por el estéreo. Por su carencia versada quizá quede en el olvido, pero su producción es exquisita y la sutileza melódica de sintetizador sobrevuela ese estado de placer-tensión que genera la base rítmica.

Llegados a este punto habrá quien ya se plantee si verdaderamente este es el “mejor” disco del grupo, lo que es seguro es que es uno de los más caros debida a su extensión y al hecho de que más de un tercio de sus canciones cuentan con un videoclip.

Rápida y veloz es Then Because She Goes, tema que sorprende por lo directa que es, por su estructura carente de presentación y por parecer el fragmento de algo mayor. Su producción es bastante curiosa y similar a Me & You Together, que no tiene apariencia shoegaze, pero sí da una sensación de lejanía porque todo está reverberado. Esta segunda imagina viajes que nunca llegarán con guitarras y un estilo “dosmilero” muy visible en su videoclip. Melancolía, un amor pasado, hormonas con sonido adolescente y un momento cumbre cuando Healy dice ese “yeah it’s you” plenamente consciente de esa persona que quedó atrás y que le estará escuchando.

Notes On A Conditional Form es el primer trabajo del grupo con colaboraciones, el padre de Healy aparece hacia el final, pero, tras superar el primer tercio, la artista de indie-rock Phoebe Bridgers hace su aparición en un sorprendente Jesus Christ 2005 God Bless America. De repente una guitarra acústica y un sonido folk que consiguen un bello dueto vocal gracias a que los timbres de Healey y Bridgers empastan genial. Al acabar, Roadkill va un poco más allá y potencia las raíces del sonido folk-norteamericano sonando country. Este micro espacio mete al oyente casi de lleno en Nashville durante unos minutos y, aunque parece no formar parte del mismo disco que las anteriores, entra muy bien con el largo en marcha.

Por el contrario, I Think There’s Something You Should Know parece, en ocasiones, un interludio más bien sacado de una sesión de dj al que quizá le falto algo por explorar, pero tiene esa vibra reforzada en graves y un dinamismo que queda muy bien integrado a mitad del tracklist. Esta colaboración con el filipino No Rome precede a Nothing Revealed/Everything Denied, ese momento en el que la letra parece estar rapeada, que saca ligeramente del conjunto, pero que es otra apuesta arriesgada más con un estribillo coreado muy bueno.

Tonight (I Wish I Was Your Boy) es otra balada suave escrita desde el confort y las preocupaciones de una habitación. Shiny Collabone, para algunos el mejor interludio del disco, cuenta con un gran componente instrumental, influencias del house y es, prácticamente en su totalidad, un resultado electrónico. Es inesperado el giro final, y, al menos, no se hace largo.

En alguna ocasión Matthew Healy dijo que hay momentos en los que compone gracias a copiar un tema, utilizarlo como referencia y, a partir de ahí, jugar y explorar con él. En este trabajo se han comparado canciones con algunas escritas por Kanye West, mas If You’re Too Shy (Let Me Know) denota una clara influencia de un sonido ochentero tardío. Cuenta con la colaboración de la cantante FKA Twigs y recuerda al Everybody Wants To Rule The World de Tears For Fears. Letras que hablan de cibersexo formando parte de un corte muy accesible y bailable con un saxo reverberado que retrotrae a épocas pasadas. En el lado opuesto está Playing On My Mind, la vuelta a la melancolía acunada por una guitarra acústica. Es casi una tradición ver títulos de canciones de The 1975 que menciones mente/cabeza y el siguiente interludio instrumental no podía ser otro que Having No Head. Es complejo adivinar el porqué de su nombre y quizá seis minutos sean demasiados, pero varía por estilos, ambientes y ritmos manteniendo al oyente en vilo, que, a estas alturas del LP, es un todo logro. Es aquí cuando ya se cuestionan demasiado estas brechas y si tienen tanto sentido o sería mejor un segundo lanzamiento de The 1975 con caras-B e instrumentales.

En What Should I Say dan ganas de exclamar “Francis And The Lights… ¿eres tú?”. La despersonalización total y la digitalización vocal también recuerdan a Kanye West, James Blake… Sus sintetizadores y profundidad vuelven a recordar por qué este disco tiene tantas canciones que atrapan. Hay elementos brillantes, sonidos densos, timbres distorsionados… y sumerge en ese trance recurrente una vez más. Por otro lado, Bagsy Not In Net es un cierre con cuerdas, con orquestación, que sí que sorprende porque nadie lo necesitaba. No es malo, y quizá sea porque este interludio pretende funcionar como la piedra que da cierta simetría al disco, pero induce a la añoranza de un ya esperado final.

Finalmente, Don’t Worry es una balada demasiado tímida para un cierre y, aunque con su piano ya se huela la conclusión, es un colchón más con final abierto que hace que los temas más memorables queden sonoramente empastados. Hora y cuarto después se ve la luz al final del túnel y Healey se abre una última vez. En esta ocasión se pone de espaldas a su pie de micro y le habla a su banda, a su grupo de amigos. Guys se sincera con frases como “sois lo mejor que me ha pasado”. No es la conclusión más original, pero es el agradecimiento a un equipo que ha conseguido sacar un proyecto más adelante.

Notes On A Conditional Form tiene canciones para muchos gustos. No es perfecto, es ostentoso y arriesgado por su diversidad de estilos, de sonidos y por su amplia cantidad de pistas. En ocasiones parece poder fragmentarse en varios EPs con producciones diferentes. Pocas harán que alguien se levante del asiento, las hay que inducen a un trance cargado de graves, otras simplemente pretenden ser ágiles, contar una historia y relajar el ambiente, e incluso las hay que apuestan por orquestaciones sin razón y necesidades aparentes para con el disco. Sin duda, y dada su extensión, lo mejor es escucharlo y sacar el puñado que a cada uno más le guste, aunque en algunos casos sea más pesado que en otros.

Escucha ‘Notes on A Conditional Form’, el nuevo disco de The 1975

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