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MUCHO – ¿HAY ALGUIEN EN CASA?

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Martí Perarnau es ahora un hombre solo y así se refleja en el retorno de su proyecto, Mucho, mucho más personal que nunca y por lo tanto mucho más arriesgado.

El problema de esta búsqueda de lo personal, cuando tienes tantas inquietudes, es que podemos perdernos en la búsqueda olvidándonos del resultado final y ¿Hay alguien en casa? peca en demasía de eso. Eso es lo que le gusta a Martí y es su idea original con este nuevo disco, pero el oyente, el fan, el que escucha la música, no tiene por qué compartirlo si al final el resultado no corresponde a las expectativas.

Pidiendo a las Puertas del Infierno fue, sin duda, el punto de inflexión de Mucho. Grandes canciones y una gran producción que enriquecía todas las vertientes de la propuesta, sublimando la parte rock, ahondando en las melodías más poperas y flirteando con descaro con el technodance, llevando las canciones a nuevos terrenos. ¿Hay alguien en casa? se queda, sin embargo, en el aparataje, en la máquina y olvida la sustancia. Los manierismos electrónicos son la base del disco, que se postula como una rave y gira en torno a la soledad de la ciudad y la nocturnidad fiestera. Pero donde la rave y la electrónica deberían confluir en la generación de buenas canciones, parece que Martí ha perdido más tiempo experimentando con los efectos que componiendo buenos temas, o al menos con la redondez de Fue, Nuevas Ruinas o El León de Tres Cabezas.

No está mal dejar parte de esas experimentaciones para temas de transición como 1985, la intro que abre el disco y que nos avisa de lo que vamos a encontrarnos, con esa repetición hipnótica de «Si tratar de entender no fuera tan divertido». Una búsqueda personal, unas ganas de hacer lo suyo ahora que ya no tiene banda.

Pero la fuerza de los temas se diluye y canciones como El Enemigo Ahora Vive en Todos Nosotros se quedan más cerca del M83 de Junk de lo que quizás Perarnau pretendía. Lo mismo ocurre con un tema como Putochinomaricón, que quiere beber de Underworld o de James Murphy y soltar una letra crítica e irónica, hasta divertida, pero se queda en un compendio de frases 0’60, que no está mal si la ironía radica en eso, como sucede con el propio Putochinomaricón y no en una crítica social profunda.

Donde ¿Hay Alguien en Casa? funciona es cuando Perarnau se abre y se vuelca a nivel lírico, como ha hecho siempre y construye la canción sobre eso, como en temas como No Pegarías a un Hombre con Gafas o Ahí Te Quedas, Perarnau, que están más cercanos a su anterior trabajo no en sonido, sino en el objetivo creativo de construir canciones y no en experimentar con sonidos. Y lo mismo ocurre con Las Ventanas se Encienden. Son estos temas en donde el disco acierta y hacia donde debería haber tendido el conjunto del proyecto para poder ser algo compacto y no una mera propuesta experimental.

Otros temas como Soy un Aeropuerto parecen estar incorporados al disco porque sí, ya que no encajan en la propuesta de rave unitaria y rompen, hasta cierto punto la atmósfera pretendida. Al menos en la ordenación de las canciones del disco. Encajarían tal vez más como final del mismo como punto y final de esa búsqueda o de esa vivencia nocturna en solitario. Y estaría mejor enlazada a ¿Hay alguien en casa, Mcfly?, que parece volver a sobrevolar demasiado peligrosamente el Junk de M83, mucho efecto, mucho bajo, pero no acaba de ser una canción, un tema, sino una base.

Hay buenas ideas, buenas letras en algunos momentos, buenas bases desde la que partir, pero parece que ¿Hay Alguien en Casa? no se acaba de desarrollar hasta alcanzar su potencial. Tal vez donde podamos ver como crecen o como se desarrollan estos temas sea en los conciertos donde Perarnau pretende dejarse llevar aunando rave y jam session indietrónica.

Veremos qué tal.

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