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LYDIA AINSWORTH – PHANTOM FOREST

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El tercer trabajo de Lydia Ainsworth es una revelación directa desde el primer momento en el que se ve, ya sea en un estante a lo lejos. La artista canadiense presenta su nuevo trabajo de la manera más directa posible y es que ni su portada engaña al revelar que la temática principal será la naturaleza, o la visión de la misma desde la Madre Tierra, bajo un estilo art decó donde la atmósfera etérea y contenida reinará en un mundo sutil.

Esta producción propia se acerca a un mundo de ensueño con matices impregnados por crítica y recogidos en un total de nueve temas resumidos por el título Phantom Forest. Este rótulo podría hacer alusión a un universo místico en el que las plantas se hacen paso y el reinado verde predomina mas se refiere a una posible fase previa en el que la quietud y la tensión son protagonistas en un mundo a punto de desaparecer. La apuesta de la creadora de Toronto cuenta con la ayuda de Kyle Dixon, compositor de la banda sonora de la serie Stranger Things y miembro de Survive, así como una versión de finales de los sesenta de Pink Floyd.

El aire con el que aparce Ainsworth en su portada hay quien lo ha contextualizado dentro de la Grecia clásica, pero la grandiosidad y el mito se notan contenidos dentro del largo que guarda. Una media hora compacta y concreta que arranca con el sencillo Diamonds Cutting Diamonds. Decir que es una joya sería sinónimo de broma fácil y supondría darle un nivel de perfección quizá demasiado elevado. Aun así, el aire retro y los sintetizadores ochenteros han conseguido confeccionar una buena apertura para el álbum. Tell Me I Exist le sigue sin rodeos. Aprovecha la crítica directa a la aplicación Google Arts and Culture, la canadiense plantea un debate de plena actualidad: quien quiere mayor personalización habrá de abrirse más al mundo “anónimo” de Internet. Con versos tan contundentes como: “Aprovechando tu comodidad para unir la cara de un retrato que cuelga de un museo, ahora cuelga una base de datos». La aplicación mencionada hacía que el usuario se divirtiera dando su rostro a clásicos pictóricos, reglando así más información a la red. Tras el juicio a redes sociales y tecnología, Ainsworth concluye el primer tercio con Can You Find Her Place, un tema ágil influenciado por épocas pasadas apoyado por arreglos de cuerdas.

El segundo tercio comienza con una pista más densa y pausada titulada Edge Of The Throne. Sabiendo su inicio y sin gran apuesta se puede intuir su final, pues apenas varía en sus tres minutos y medio. En contraposición, Kiss The Future pierde la base rítmica y, aunque mantiene el refuerzo en graves, le da el aire místico que se esperaba del LP. Esta franja acaba con uno de los temas compuestos por Dixon, The Time, una instrumental a la que Ainsworth añadió melodías y puso letra. Este tema difiere de los anteriores en que claramente muestra la pasión del artífice por los sintetizadores. Su base suena algo más masificada y compacta, más convencional quizá y, gracias a ello, más memorable. Mientras la idea de Dixon transcurre Ainsworth ve el tiempo pasar con una actitud de súplica ante el cercano desastre climático.

Dentro del tracklist, la canadiense ha optado por una apuesta en la que su carácter e inspiración quedan presentados al principio y son las colaboraciones y reinterpretaciones las que ocupan la parte final. Give It Back To You, por ejemplo, se muestra más íntima y menos memorable. Con un protagonismo notable en la voz y una influencia menor en la parte compuesta por Kyle Dixon. La acertada guitarra de Floating Dream es más que un interludio de influencia setentera a lo que cerrará el trabajo. La doble voz mama del pop de Fleetwood Mac y el ambiente hippie y nublado de la época que darán paso al cover de Pink Floyd.

El broche de Phantom Forest será titulado Green Is The Color y reinterpretará el tema de los británicos con sintetizadores, manteniendo aquella letra compuesta hace ya medio siglo por David Gilmour en honor a la isla de Ibiza. La paz transmitida por del tema cierra con el oleaje del mar como recurso literario que alude a la comodidad y tranquilidad propia de un final. La sutileza del trabajo se mantiene durante todo el mismo y combina pretensiones con breves arranques de algo que suena delicado y aparentemente humilde. La voz es un elemento más para una artista que no sólo narra sus historias sino que también apuesta por la producción, y su resultado es un trabajo compacto con pequeños despuntes entre unos teclados que, sin duda, cobrarán protagonismo con el tiempo.

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