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GESAFFELSTEIN – HYPERION

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Hace seis años hablar de Gesaffelstein era hablar de una revolución, de un movimiento con un gran sello personal. El productor francés Mike Lévy fraguó su reputación gracias a una agresiva y feroz electrónica bajo el título de Aleph. Con su marca de la casa por bandera ficha ahora por Columbia y presenta una decena de temas, Hyperion, que si bien se caracterizan por el giro inesperado en la carrera del artista, destacan individualmente por numerosas particularidades.

De primeras comentar que se nota la meticulosidad que ha centrado a Lévy para con este trabajo. Hay quien puede opinar que sumar a los créditos nombres como The Weeknd o Pharrell Williams puede ser un intento de suma a la corriente “mainstream”, aunque ya con el disco en la pletina más de uno se llevara alguna que otra grata sorpresa. Gesaffelstein es el pseudónimo de una estrella alejada de los focos, cual Batman oculto entre las sombras de un tecno más crudo que sólo responde cuando hay una señal. Nada en redes sociales y apenas un par de colaboraciones con The Weeknd en su My Dear Melancholy y Jean Michel Jarre hasta que, a finales del año pasado, en París y Nueva York aparecieron carteles indicando su regreso y la venida de un nuevo álbum.

Para muchos el lado excéntrico-pop de este Bruce Wayne sigue una línea similar a la carrera que en su momento Daft Punk llevó. De un sonido lo-fi a trabajar con celebrities y cambiar el aire de su propia pista de baile. Por ahora, Lévy es consciente del éxito de su Aleph y, aunque las comparaciones son odiosas, es fácil caer en la tentación con apenas un par de LPs. Hyperion por el contrario esta cargado de más matices e influencias por lo que cuesta aún más colocarle al artista una etiqueta.

Por increíble que parezca abre con el homónimo, un tema aparentemente alegre, pero que según añade capas la primera impresión armónica torna hacia la tetricidad. Comparado elocuentemente como una “risa de payaso” coral que, sin duda, pone un muro en la mente de los oyentes más convencionales por su carácter experimental. Le sigue Reset, una pista instrumental que va creando la oscura ambientación que hilará el disco a base de loops y ritmo de hip-hop. Ya con la primera colaboración, Hyperion acerca su música a oyentes “fáciles”.

Tanto es así que la “simplicidad” de Lost In The Fire sorprende si el disco se escucha de seguido. La atmósfera que Lévy había creado se rompe bruscamente y de entre el polvo restante surge la voz de The Weeknd que conecta al fin y a base de set de batería la llanura nocturna con la pista de baile. Makkonen sale del estudio y el artífice del largo gira la silla hacia su sintetizador otra vez. En lo que llega un nuevo participante mata el tiempo con un interludio titulado Ever Now y en poco más de minuto y medio llega Pharrell con su funky.

En la cueva de Gesaffelstein todo tiene un ambiente oscuro, y Blast Off no podía ser menos. No están las clásicas guitarras, pero sí la armonía e instrumentación digna de una película noventera cargada de neones. Esta reinterpretación del estilo esperado no es exactamente brillante y hay quien podrá verlo como una oportunidad desaprovechada, pero es la fusión resultante pisa con fuerza el top de este trabajo. Se hace raro no escuchar un tema coral, rockero y limpio con HAIM en su título. La voz de las hermanas tan reverberadas y modificadas de So Bad suena atípica y aunque de las colaboraciones es la más alejada de aquello que parecía pretender viendo el tracklist.

Forever, no pierde la oscuridad en la que sumergía el tema anterior, y que perdurará hasta el final del disco. Ni mucho menos y, por si fuera poco, la refuerza con Tim Hecker y Electric Youth. Voces y sintes rivalizan tonalmente con cambios constantes de estilo en, para muchos, la pista mejor conseguida de todas. El último tercio del tema es una conexión directa con la parte alta del tracklist y las armonizaciones “aleatorias” de sintetizador. Forever concluye con una parte instrumental que funciona de enlace con el trio de pistas que se avecinan. El ambiente decae con Memora y, ya escuchando el actual Gesaffelstein en todo su esplendor, cierra el álbum con casi once minutos de banda sonora apocalíptica, añorando la salvación humana cual banda sonora. Humanity Gone pone el broche de un largo que combina experimentación con apariciones estelares creando inesperados cambios de ambientación si se escucha del tirón.

Lo más crudo del disco contrasta con las titánicas colaboraciones que, si bien no están en plena actualidad, hacen de la mitad de sus temas canciones accesibles a los no-fans. Queda claro que Lévy aprenció de Aleph y que no quiere repetir la fórmula. Las circunstancias han cambiado y ha pasado tiempo, aunque no demasiado, para su regreso. Ojalá sus raíces más oscuras permanezcan ancladas y no se pierdan entre bolas de espejos.

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