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ESPIRICOM – TRAPEZOIDE

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A lo largo de los años y los discos Schwarz lograron crear su propio lenguaje interno, algo que 713avo amor, Mar Otra Vez y Manta Ray llevaron a buen puerto también. Bajo estas coordenadas la deriva es parte del viaje y, con Espiricom en las velas, Alfonso y Fran se lanzan a recuperar pulsos, olas y nuevos latidos de todo el globo.

Trapezoide es asimétrico de forma casi obstinada, meticuloso en su producción, generoso en su exposición de ideas con ecos de vanguardia e incómodo a la par que enérgico para el oyente.

Egonauta nos lanza al ritual con aires iniciáticos y con un desenlace que en sus directos presentando temas el pasado 2018 hacía vibrar los cimientos del local. Rayo de Oriente, pasadas sus majestades, nos plantea otro de los ejes de Trapezoide: los instrumentos no siempre suenan como creemos que sonaban. Para el dúo, acostumbrado a manejarse lejos de lo convencional, esto supone la coartada perfecta para ampliar su cielo abarcando con diferentes capas ambientaciones que ocupan todo el stereo en un final cíclico sin final lleno de elementos en espiral. Una obra de quince minutos con respiro tras el nudo a la espera de un desenlace que no escatima en tensión, vena y talento que puede recordar a los Nine Inch Nails de su mejor época mezclado con los cortes más étnicos de Tool. En este caso, la producción y su resultado poco tienen que envidiar al resultado de los californianos.

Rubaiyat cruza estilos también para difuminar cualquier esbozo que les aproxime a la complacencia con cadencia suficiente para la danza y el baile. Reflexivos por naturaleza sus letras son observadoras, críticas y necesariamente subjetivas con la crudeza como cuchara de palo para remover verdades y certezas. Cuentos de las mil y una noches sin finales obligatoriamente felices regados de pedales, efectos y sintetizadores multidimensionales.

Tecnomago tiene todos los elementos que Schwarz podría llevar en su mochila pero en este caso, por increíble que parezca, sale únicamente de dos mentes inquietas con la venda del kraut tapando sus pupilas en duelo constante contra las limitaciones rodeados de esas percusiones trapezoidales que pasan de un lado a otro de la figura ampliando su espectro visual y sonoro de forma siempre meticulosa. Algo que en Trapezoide sirve para abrir el tema y dejarnos en mitad de esa galaxia de trucos, simulaciones y disimulos dignos de los postconstructivistas afanados en la reformulación del nosotros y el yo. Tras esos compases iniciales, el dúo nos devuelve a su batalla sin victorias en la que avanzar es más que suficiente y los acentos no siempre van donde uno se espera pero están siempre donde deben. Los vientos, al igual que en otros pasajes del disco, se suman a la fuerza que hincha las velas porque la polisemia rítmica es necesidad y raíz en su nuevo cuaderno de bitácora y así quieren que lo percibamos.

Cierra su estreno, Vino ardiente, un tema con un punto de partida muy Corcobado era Mar Otra Vez/Chatarreros para saludar al 2019 como uno de los discos referentes en su género capaz de dejarse abrazar no tanto por estilos sino por orejas ávidas de nuevas sonoridades y estructuras de canción. Carlos Desastre también se nos presenta en esa suerte de imágenes superpuestas con la que juegan en su videoclip. Excitante nuevo camino el abierto por estos exploradores de texturas bajo nueva su nueva piel.

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