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DOWNFALL OF GAIA – ETHIC OF RADICAL FINITUDE

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Recuerdo, allá por 1996, cuando las cintas de TDK de 90 poblaban la tierra, que el hermano mayor de un compañero de secundaria, me grabó un mixtape personalizado con el título «The Beauty of Noise». Allí hizo una extraña mezcla, para esa época, de bandas como My Bloody Valentine, Burzum, Bathory, Swervedriver, Telescopes o Mayhem. Pese a que conocía ambos estilos y a las bandas, nunca fui demasiado fan ni del black metal ni del shoegazing más noisy, pero esa extraña conjunción en la vieja cinta hizo que algo cambiara en mi cabeza. Esa mezcla de black y shoegaze, empezó a convertirse en tendencia durante los dosmiles, pero resulta que para mí, siempre había estado ahí.

¿Por qué cuento esto para hablar del nuevo disco de Downfall of Gaia, cuando no son una banda estrictamente blackgaze? Pues porque este Ethic of Radical Finitude suena exactamente igual que esa cinta que me grabó el hermano de mi colega, al menos en cuanto a la intención de extraer belleza del ruido, del dolor, de la dificultad. Ethic profundiza en la creación de texturas a través de capas y capas de guitarras y una batería envolvente y omnipresente, y en el uso del ruido y las voces afiladas, extremas y agresivas, pero a la vez melancólicas y desesperadas, alternadas con pasajes hablados. Eso es lo que esa cinta cambió en mi cabeza. La belleza, está escondida, a veces, en lo más oscuro del alma, del ser humano, y el ruido no es más que una manera de obligarnos a sumergirnos en ella para emerger victoriosos.

Los temas de Ethic of Radical Finitude son la muerte, el paso del tiempo, el anhelo de la inmortalidad, la decadencia física, el fin de todo. Los títulos, tanto del disco como de las canciones, con nombres como The Grotesque Illusion of Being, We Pursue the Serpent of Time, Guided Through a Starless Night, As Our Bones Break to the Dance y Of Withering Violet Leaves nos llevan en ese recorrido a través de la experiencia dolorosa, pero exorcizante de la vida.

La épica surge en los peores momentos, como por ejemplo al final We Pursue the Serpent of Time, donde Gonçalves entra en el screamo de Mono, más que en el black de Mayhem con su voz, para dejar paso a un piano en solitario. O el inicio del siguiente tema, Guided Through a Starless Night, que recuerda a Alcest o Amesours, para entrar a saco con esas guitarras que son oleadas temblorosas de sonido y esa batería que recorre todo el espectro sonoro y con Gonçalves al borde de la rotura vocal; pero con momentos de pausa que son pura fusión de postmetal con noise, con postrock y con shoegaze en un tema impresionante en todo su recorrido.

En total, Ethic son 40 minutos de viaje en 6 temas, un viaje denso, oscuro, siniestro, doloroso, pero del que salimos renacidos, cambiados, nuevos, en definitiva, bellos, como si de un ritual de transformación ocultista estuviéramos hablando. Un disco que sobrepasa los límites de cualquier género y que es una auténtica experiencia en sí mismo. Eso sí, por la características del género en el que se mueven no es apto para cualquiera. Como todo rito de transformación, va dirigido sólo a unos pocos iniciados.


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