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CAROLINA DURANTE – CAROLINA DURANTE

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La corta y eficiente carrera de Carolina Durante —desde sus inicios hace un par de años hasta ahora—, ha dejado hits adictivos y singulares sobre los que el grupo ha articulado su identidad: Cayetano, Necromántico, El Himno Titular; cuchilladas sonoras de sobra reconocidas que han elevado al grupo a fenómeno demostrando que no solo son cuatro «tolais» tocando la guitarra, cantando y corriéndose una juerga (aunque tampoco sé si aspiran a algo más que esto último). A 26 de abril de 2019 Carolina Durante nos presenta Carolina Durante, su primer y esperado LP, coeditado por Sonido Muchacho y Universal Music Spain, y que no es nada más que un anabolizante de rasgos y caracteres que el grupo ya poseía bajo una estética más premeditada y selecta.

Siguiendo la estela del underground de guitarras y despojado de florituras, Carolina Durante se abre en este nuevo álbum hacia una notoria evolución de las guitarras y se aleja de la simpleza de sus primeros trabajos. El cuarteto madrileño presenta una clara sobriedad y moderación a lo largo de las 10 canciones y aúnan una estética pop rock enérgica algo pueril —en canciones como Cementerio (El Último Parque) parece que quieren demostrarnos la energía que aporta un vaso de Cola Cao por la mañana—, con elementos noise, que pretende introducirse en la estela de sonidos más maduros como el de los gallegxs Triángulo de Amor Bizarro.

De la misma manera siguen manteniendo un sonido lo-fi a pesar de haber contado con la producción de Bernardo Calvo (Kokoshca, Juventud Juché,…) y Martín Glover (Killing Joke, The Cult,…). También han seguido demostrando su experiencia en retomar elementos de la escena madrileña de finales del siglo pasado, cercanos a una fusión entre Hombres G y Parálisis Permanente, que les hace mantener un vínculo fuerte con dicha generación. Ya no solo en cómo suenan, sino las letras y la jerga empleadas, convierten al CD en un producto más de la cultura revival que poner junto a tu maqueta de Delorean. Por suerte, el álbum no se agota en este suspiro millenial a pesar de la cantidad de guiños retro que contiene en la portada del álbum —un ready made de distintos objetos pegados a un flexo—, así como en la estética del CD físico que retrotrae a Zubizarreta en cromo, la era de la digitalización y la lámpara de lava.

Las composiciones incluyen autorretratos como Las Canciones de Juanita, himno romántico sobre Carolina Durante: un grupo de varias velocidades donde es difícil distinguir entre una carrera lanzada a la vorágine, lo que la gente idealiza y lo que su cantante Diego mantiene que son: una suerte de proyecto vehicular de juergas que mientras no les quite mucho tiempo y no les canse pues hacia adelante. Así como también incursiones sociológicas, –que digo yo, la comparación con Los Nikis de verdad que es inevitable y vale que lo pongan en todos los lados, pero chicos, si queréis que la gente deje de decíroslo basta con que dejéis de hacer lo mismo que ellos–.

Las letras ahondan en descripciones costumbristas buscando la identificación y el sí del oyente. Uno de los grandes hits de este álbum, junto con Buenos Consejos de las Peores Personas, que es una abreviatura social bastante clara y directa de los consejólogos, o El año, es Joder, no sé. Esta última podría considerarse un himno, con un lema de algo que ellos definen muy bien por practicarlo, y es una suerte de neopasotismo. Otro rasgo más que les vincula con el Madrid de final de siglo y que bien puede pasar a constituir una expresión futurocastiza de la experiencia de una juventud de clase media desanimada, cuyo bostezo es signo de unas políticas que les han hecho sentirse abandonado.

A rasgos generales el álbum no destaca por ser algo novedoso más allá de lo esperado del fenómeno, aun así, las canciones resultan joviales e impetuosas. Invitan a corear sus letras y han sabido mantener la fidelidad de sus seguidores y el fenómeno grupo más allá del one-hit wonder. Es un álbum más bien constituido por momentos; como Diego Ibáñez desgarrándose al final de canciones como KLK o Falta sentimiento; la yemita a Mikel Izal, más como forma de desarticular el buenrollismo en el indie que como algo personal; o algunos solos.

El cuarteto madrileño podría definirse como esencial, despojado de florituras, claro y conciso, y a pesar de lo añejo de su sonido, resulta fresco. Han sabido conectar y dar voz a algunas expresiones de nuestra generación a partir de letras agudas y un sonido de sala de ensayo; alzándose con esta simbología se muestran más cercanos aún con el público que les rodea, sabiendo además crear sus propios elementos de ficción como Dionisio o referencias a Martín Barreiro, que dan una forma envolvente a su trabajo.

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