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LAS ODIO – AUTOFICCIÓN

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El pasado febrero de 2017 las Odio publicaron su álbum debut Futuras Esposas por el que se dieron a conocer en la escena underground madrileña como las 4 chicas riot grrrl (ou yeah!), que hacían algo con la guitarra, el teclado, el bajo y la voz difícilmente ubicable en algún género musical. Los críticos y gente que las escuchaba no sabían cómo definirlo, si es que acaso eso importa algo más que para simplificar y darle forma al producto para así facilitar su transmisión. Lo que demandaban con sus letras críticas y su actitud despreocupada iba más allá de la música, pero se agotaba en el propio escenario.

Si algo tienen Las Odio es la presencia rebelde y subversiva y un directo poco hegemónico donde realmente se ve quienes son y cuál es su entorno natural. Su mensaje pretende desestabilizar y hacer protagonista de la escena a las mujeres, a lo alternativo, a lo otro, desde la autoedición y conversación con lo underground y el panorama musical más independiente.

Pues bueno, dos años después han vuelto con un nuevo álbum: Autoficción. Mezclado en la mina y producido por fiera, un largo de 26 minutos y 11 canciones caracterizado por la descripción, el retrato, la sátira y la pasivo-agresividad. Quizá por ello la fachada del álbum responde al abstraccionismo geométrico, como un intento de reducir a formas geométricas un paisaje, o quizá solo sea porque se llevan bien con su creadora Antia Van Weill.

El álbum resulta una esquematización musical en algunos casos de la voluntad caprichosa como en su tema lo quiero todo; en otros de la crítica zafia como en ¡Las odio!; así como en otros se alude a una impresora 3D como medio por el que reproducir y realizar aquello que pensamos que necesitamos pero que solo queremos. Eso es el álbum, el retrato de un paisaje caracterizado por satirizar las aspiraciones individuales más establecidas y normales de la cultura popular y el mainstream. Por otro lado, en Derecho a la pereza hay una crítica directa al capitalismo reivindicando la pereza como forma de no producción e inmovilismo, crítica que por otro lado ya establece el grupo en sí como su bandera en sus formas de producción y distribución, si es que esto tiene algún sentido.

Si bien líricamente mantiene la ironía del primer álbum, a nivel musical hay algo más de orden y refinamiento, aun así, da la sensación de haber perdido la energía que inspiraban y resulta monótona su escucha para ser solamente 26 minutos de duración compuestos a lo largo de más de un año. Parecen haber escuchado algo a los críticos ya que la confusión inicial se ha convertido en sonidos más familiares, lo que les posiciona en el pop surf de garaje con un teclado psicodélico; recurso que a pesar de su poca presencia, da bastante identidad al grupo con ese sonido de órgano desafinado.

Por último y a modo de conclusión diría que lo importante de Las Odio reside en su mensaje y en su actitud que es al fin y al cabo lo único que recuerdo al acabar de escuchar un álbum o verlas en directo, unas expertas en crear consignas pero que musicalmente falta mucho por evolucionar. Cuanto más se siga fomentando el DIY más irá evolucionando los medios independientes y menos convencionales de producción y composición.

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