InicioConciertosCrónica Sonorama Ribera 2019: Cayó una nueva edición (sábado)

Crónica Sonorama Ribera 2019: Cayó una nueva edición (sábado)

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El Sonorama Ribera es sinónimo de dureza, lo admitimos. Pero lo teníamos clarísimo desde el minuto número uno: aunque fuera sábado y la tercera jornada ya pesa, aunque el día anterior hubiéramos pasado un frío burgalés, todo daba igual. Cambiamos los clásicos katxis de Ribera por un café con leche y nos fuimos a tomar posiciones a la plaza del Trigo.

Posiblemente a la banda que pisaría a las 12 horas le hacía la misma ilusión que a nosotros estar ahí. Porque cuando ves que hay puro amor y devoción en cada gesto, cuando ves a una formación crecer desde la humildad y con tantísima ilusión, esto se contagia y nos volvemos todo parte del proyecto.

Ellos son Veintiuno y tienen toda la vida por delante para convertirse en una de las mejores bandas que he visto en 2019, muy de largo. Porque lo la plaza del Trigo fue una confirmación de los inmensos que son, un hito en su trayectoria, un orgullo colectivo. Corear «Tu nombre» allí aún me pone los pelos como escarpias. Ver cómo les brillan los ojos de la emoción es algo que no me quito. Fue algo tan brutal que pagaría por repetirlo. Sin duda, uno de los mejores conciertos del festival y con mil ganas de volverlos a ver muy pronto.

Ese cúmulo de sensaciones…

El sábado siempre me invade además una extraña sensación de melancolía, ver a la gente tan feliz por las calles de Aranda me emociona: el poder de la amistad, gente que se encuentra y se enamora locamente, el Café Central donde todo el mundo abre su mano a la exaltación y desenfreno, los minis de croquetas, beber vino a discreción, comer bien y dormir poco. La vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama es la frase más manida, pero también la que define a la perfección cómo nos sentimos de acogidos en la tierra prometida.

Encaminamos nuestro último paseo al recinto a paso ligero, porque bien lo merecía la tarde. Nuestra ruta se abría con Carolina Durante y a ver quién era el guapo que se lo perdía. No pueden estar más en lo alto a día de hoy y es que son viento fresco y honesto entre tanta fórmula refrita. Que sí, que en los ochenta ya había muchas bandas que hacían sonido parecido, pero creo que han devuelto a la escena acordes clásicos con letras actuales. Nos encantó gritar sus hits y nuevos temas, lo reconocemos.

Cambiando totalmente de tercio, nos fuimos a ver una de las cosas que más nos apetecían de la noche. Sin duda alguna Zahara es la voz por excelencia, y su mágica puesta en escena y la cantidad de buenos músicos que lleva. ‘Astronauta’ es un disco precioso cuya delicadeza cruza el alma a la primera escucha.

Poco o nada queda de la Zahara cantautora que conocí en sus inicios en la Sala Clamores, celebrando su cumpleaños en el Búho Real. Pero sin duda la de ahora es una mujer poderosa y actual que consigue emocionar, que hace que bailemos. Crítica y graciosa. Concierto para grabar en la retina eternamente.

La noche cayó en el Sonorama Ribera

Y dábamos paso a uno de los conciertos más controvertidos del Sonorama Ribera: la vuelta a los escenarios de Nacho Cano. Mecano nunca fue santo de mi devoción, ni fue música coetánea a mi vida ni pretendí buscarla. Todos nos sabemos alguna canción y la idea obviamente estaba muy bien planteada.

Una vez más había lleno completo en el recinto, la expectación era máxima. Nacho Cano salió para eclipsar 22 años después pero quizás no pesó tanto su figura, más próxima al cajón de los reportajes de RTVE por Navidad, sino la relevancia de las canciones. Creo que honestamente sus invitados, de la talla de Santi Balmes, Kuve o Tomatito, dieron el toque original a la velada y el resultado fue mejor de lo esperado gracias a ello. El sonido de entrada tampoco ayudó nada, especialmente al principio del concierto. Sabemos que es un hito más a sumar para el festival y la idea era fantástica pero quizás una vez más el mito se comió al humano.

Pero el karma es justo y tuvimos un giro de los acontecimientos y a última hora Luis Brea tocó en el escenario Negrita en vez de en los conciertos diurnos. Y, cómo no, fue una auténtica maravilla. Sus canciones me recuerdan a las noches más canallas en Madrid, a ser un poco veleta y taciturno. Gritar a pleno pulmón «El Verano del Incendio», «Automáticamente» o «Nueva Generación» es un ejercicio de catarsis mágico. Una vez más, encantados de verlo en directo con tantísima energía.

La lluvia comenzaba a intensificarse así que hubo un descenso generalizado de asistentes pero aún quedaban dos rúbricas a no perderse: no nos podíamos ir sin escuchar la maravillosa voz de Luis Alberto Segura, antiguo líder de LA, en su nuevo proyecto en solitario. Como siempre, es un maestro de las emociones, su voz cautivadora y llena de personalidad, y el elenco de músicos que le rodean hacen que siga siendo una figura del indie nacional a pesar de esta pequeña transición.

Nuestra última elección para cerrar el Sonorama Ribera 2019 era Mucho. Martí Perarnau IV es el dios dorado que esperaba la música hace años. ‘¿Hay alguien en casa?’ es una obra compleja, pero en directo uno se da cuenta que la maquinaria está en marcha y no puedo definir con palabras lo que vivimos en directo. Nos faltaron temas antiguos, pero ver los nuevos bajo este concepto fue un acierto.

Por supuesto ver a gente como Émil Saiz, Ricky Falkner o Víctor Valiente es un deleite musical pero como maestro de ceremonias y cerebro, Martí es el amo. Su rollo urbano, las luces de ambiente y como no, sus canciones, fueron el broche final que el Sonorama se merecía.

Y una vez más, emprendimos tristes el camino de vuelta. Ha sido una edición sensacional, llena de descubrimientos, mucho esfuerzo por parte de la organización y personal que ha hecho que una vez más nos sintamos como en casa. Aranda siempre es y será mi tierra prometida, donde durante cuatro días uno se desprende de la formalidad y vive la música por todos sus poros. ¡Nos vemos en 2020!

PD: Estas crónicas carecerían de sentido sin el inigualable talento de mi compañero Alejandro empuñando su cámara con cariño y pasión.


Fotografías: Alejandro García-Cantarero Alañon

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