InicioConciertosCrónica Sónar de Día 2019: del urbano nacional al futuro internacional

Crónica Sónar de Día 2019: del urbano nacional al futuro internacional

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Cerramos otra edición del Sónar Festival que, aún y haber tenido menos asistentes que en las últimas ediciones, ha vuelto a demostrar como es un festival de referencia y único a nivel nacional. Propuestas diferentes a las que se pueden encontrar en los demás festivales, arriesgadas, transgresoras, frescas… Y, en esta edición número 26, en la que se han mezclado los nuevos ritmos urbanos con la electrónica y la tecnología, el Sónar ha destacado como un encuentro global, intercultural, femenino, queer y radical.

De la calle a los escenarios

Dentro del fenómeno urbano que estamos viviendo estos años, una de las artistas que más destacó en el Sónar de Día y a la que se le puede aplicar esta etiqueta es Bad Gyal. Aunque parece que fuese ayer cuando la catalana publicó en YouTube su hit «Mercadona», ya han pasado casi tres años de eso y la artista ha cambiado mucho. Se nota que Bad Gyal ha estado trabajando mucho en estos últimos meses, y eso tanto se nota en sus últimas producciones (acaba de fichar por Interscope Records) como en su nuevo directo: canta y se mueve mucho mejor que sus primeros bolos, pero, por encima de todo, su carisma es más magnética y eléctrica.

Bad Gyal actuando en el Sónar Village. Foto: Ferran Cano
Bad Gyal actuando en el Sónar Village. Foto: Ferran Cano

El Sónar Village se llenó de seguidores de la artista y otros curiosos que querían presenciar su nuevo show: ‘Bad Gyal Soundsystem’. La joven catalana salió en escena y fue un no parar de hit tras hit (si algo ha sabido hacer muy bien Bad Gyal, es convertir cada uno de sus singles en auténticos éxitos). El público no dejó saltar, bailar y perrear siguiendo el ritmo de la cantante y sus bailarinas. Como era de esperar, el clímax llegó con «Fiebre», su primer gran éxito, que sigue siendo el tema más querido por sus seguidores.

Bad Gyal es uno de los nombres más internacionales que encontramos en la potente oleada de artistas de música urbana que han salido de nuestro país. Pero no fue el único que pudimos ver y disfrutar en este Sónar. Cecilio G fue otro de los artistas de casa que pudimos presenciar. Altas expectatives: un escenario lleno en el que la gente hacía cola para esperar que se vaciase para poder entrar. El rey del Bogatell vino bien acompañado de unos cuantos amigos, que estuvieron bailando y saltando todo el rato encima del escenario. Tal cual daba la sensación que uno no se encontraba en un festival, sino más bien en una plaza en la que todos nos encontrábamos en medio del espectáculo.

Cecilio G entrando en el Sónar. Foto: Ferran Cano
Cecilio G entrando en el Sónar. Foto: Ferran Cano

Cecilio G quiso dejar claro que él vino para hacerse con todo ese territorio. Y no esperó ni un minuto de más para poder demostrarlo. Como si de un rey se tratase, llegó al festival montado a caballo y llegó al escenario montado en él. Si aún había gente por ahí que dudaba si ir o no a ver a Cecilio G, después de ver su entrada, seguramente no se pudieron resistir y lo siguieron hasta el Sónar XS. Escenario en el que hasta ese momento habían estado actuando Lil Moss y amigos, presentando algunos de los temas de su último disco ‘TITU’.

Virgen María es la que ha aparecido más recientemente en el underground nacional. Pero con tan solo un EP que salió este pasado abril, la artista ya consiguió una alta expectación que se demostró con mucho público (y mucha prensa) que querían ver como era el directo de la joven de Madrid. Y no defraudó. Ella tiene claro que, con las herramientas que le da la electrónica, quiere unir religión y sexo. Y así fue su directo. Apareciendo con una corona de luces, se puso de rodillas encima de la mesa y, sin moverse, empezó a pinchar sus bases mientras iba recitando en el micrófono.

Virgen María actuando en el Sónar XS. Foto: Ferran Cano
Virgen María actuando en el Sónar XS. Foto: Ferran Cano

El público rápidamente enloqueció. El hard y máquina de las piezas de Virgen María pegan rápido en el metabolismo de todos aquellos quien lo escuchan, provocando un éxtasis interior que toma forma con saltos y sudor (escuchad «Blex» y lo comprobaréis). La parte erótica vino cuando, en un tema, la artista lo acompañó de una actuación pole dance. Cuando acabó, se desnudó al completo, y acabó el concierto tal y como empezó: ella de rodillas pinchando y recitando. Esta actuación se quedará grabado en la memoria de los asistentes. Virgen María pisó con fuerza y la seguiremos para ver como va evolucionando.

Nos desplazamos a las calles de Argentina dónde creció Catnapp. La electrónica une el R&B, el breakbeat y el drum and bass para acompañar la voz potente y directa de la rapera que va transmitiendo mensajes de amor y odio. Una de las sorpresas del Sónar 2019. Sus ritmos contagiaban a la gente y la envolvía de una auréola oscura de la que uno no quería salir. Sudor y saltos volvía a ser lo más común en la pista. La música de Catnapp, cargada de ira y, especialmente, nostalgia, empatizaban a la perfección con los asistentes y la unión de ambos fue exitosa. Duranto 40 minutos, lo que más se percibía en la sala era la energía que salía del interior de la artista y que parecía no cesar nunca.

Catnapp actuando en el Sónar XS. Foto: Ferran Cano
Catnapp actuando en el Sónar XS. Foto: Ferran Cano

Así suena el futuro: feminista y transgresor

El Sónar, tal y como bien se define, se trata de un festival de música avanzada. Gran parte de los artistas que van, intentan siempre experimentar con la tecnología, avanzarse al futuro y crear los sonidos del mañana. Este año hemos experimentado el directo de varios de ellos, y dos cosas eran comunes en todos los casos, que era música creada por mujeres y eran propuestas transgresoras, que rompían con lo establecido para reformular las bases y crear algo nuevo a partir de los elementos clásicos.

El mejor ejemplo de todo eso lo encontramos en Holly Herndon. Un clásico del Sónar, cada trabajo que publica nos sorprende con algo innovador y rompedor. Esta vez nos venía a presentar su nuevo espectáculo, ‘PROTO’, en el que encontramos piezas que ha creado junto a una inteligencia artificial y acompañado de un coro de 5 voces. Y el resultado es maravilloso. Para un servidor, es sin duda uno de los tres mejores espectáculos de esta edición del Sónar. Algo tan básico como el coro (junto con su voz), mezclado con los beats y ritmos electrónicos experimentales que crea Holly Herndon, creaban unas composiciones que fascinaban a la vez que emocionaban. ¿El mejor momento del Sónar? Cuando las cinco voces se unieron y cantaron a cappela toda una composición.

El coro de Holly Herndon cantando en el Sónar Hall. Foto: Ferran Cano
El coro de Holly Herndon cantando en el Sónar Hall. Foto: Ferran Cano

Arca es otro de los nombres que se podría definir a la perfección como transgresor, radical y con una música muy avanzada. Con un sonido único, el artista usa la electrónica para exteriorizar todo lo que siente y parte de sus traumas del pasado. La música de Arca es rompedora en todos los sentidos, tanto en el exterior como el interior. En el Sónar hizo el estreno mundial de su nuevo espectáculo, ‘Sal de mi cuerpo’, y fue una experiencia única llena de emociones bien distintas y profundas. Arca se abría a nosotros y nos dejaba ver parte de su mundo interior.

Dividido en tres partes, la teatralidad se mezclaban con la música. La primera parte, la más introspectiva, Arca cantaba algunas de sus piezas para mostrarnos el estado en el que se encontraba. La segunda, la más teatral, era perseguido por un ente que lo tormentaba. La última, la más radical, el espectáculo se convertía en un dj set con mezclas que rozaban el límite del máquina y el hard, y Arca bailando y gritando. La intensidad iba creciendo hasta llegar al final, la destrucción absoluta, la explosión interna, la ira, para acabar con todo y empezar de nuevo de cero.

Arca actuando en el Sónar Hall. Foto: Ferran Cano

Por otro lado, K Á R Y Y N llegaba por primera vez en el Sónar después de tener éxito en otros festivales europeos. Ella usa su composiciones musicales, cargadas de sensibilidad, con bases rompedores y su voz delicada para contarnos el pasado y la situación de su país de origen, Siria. Algunas veces con toques que a uno le hacían pensar en FKA Twigs, la artista trasladó el Sónar Complex a oriente y rodeó a los asistentes en un ambiente nuevo y desconocido para muchos de ellos.

Otra artista que ya es más veterana en el Sónar, y que ya empieza a tener un buen ejército de fans, es Sevdaliza. Esta vez llegó para presentarnos su nuevo espectáculo, ‘The Great Hope Design’. El minimalismo escénico, la expresividad emotiva y delicada de la cantante y una bailarina eran los protagonistas. El Sónar parece ser el entorno ideal para que aún brillen más las bases synth y oscuras de Sevdaliza con su potente voz como estandarte. No faltaron clásicos como «Human» o «That Other Girl», así como el último tema que ha sacado, «Darkest Hour», y que tanto celebraron los espectadores.

Sevdaliza actuando en el Sónar Dôme. Foto: Ferran Cano
Sevdaliza actuando en el Sónar Dôme. Foto: Ferran Cano

Un artista bien distinto que, tomando de base un género clásico como el jazz, quiere renovarlo y ver como será en el futuro, es Masego. Después de hacerse muy conocido gracias a su tema «Tadow», el Jamaicano vino para hacernos bailar y demostrar como también se puede hacer una jam session con elementos del trap y el hip hop (tal y como hicieron creando un tema nuevo en directo). La batería, el synth, el saxo y el rap se mezclaban creando una composiciones optimistas y frescas que provocaron la satisfacción del público.

Finalmente, uno de los exponentes que más nos hizo creer que estabamos en el futuro, Lotic. Presentando su primer largo, ‘Power’, el techno toma una faceta mucho más cálida y emotiva gracias a su voz y su interpretación. Todo esto, con uno de los juegos de luces más espectaculares que se han visto este año en el Sónar. Lotic se encontraba todo el rato dentro de una corona de luz prismática en el que los colores se mezclaban y creaban composiciones geométricas que le daban más expresividad y emotividad a las piezas del americano.

Lotic actuando en el Sónar Hall. Foto: Ferran Cano
Lotic actuando en el Sónar Hall. Foto: Ferran Cano

La incombustible máquina de baile

Una de las imágenes más típicas del Sónar de Día es la del cesped artificial, bañado por el sol, y lleno de gente bailando al ritmo de los beats que pincha algún DJ. Y, obviamente, eso no falta nunca. Aunque en el Sónar de Noche vimos a más, no nos fuimos del Sónar de Día sin nuestra dosis de baile sin freno ni control.

Dos de los DJ’s con los que bailamos eran de los más jóvenes de esta edición. El primero, el griego Bill Kouligas, nos hizo mover con una sesión cargada de ritmos distintos y variados, creando un sonido único: tanto pudimos escuchar techno, como ambient o breakbeat. Por otro lado, la brasileña Lyzza, nos hizo sudar a más no poder con ritmos urbanos y una sesión cargada de temas pop remezclados con elementos propios del hard que hacían enloquecer a los asistentes.

Lyzza pinchando en el Sónar Village. Foto: Ferran Cano
Lyzza pinchando en el Sónar Village. Foto: Ferran Cano

Otro de los culpables del desgaste de nuestras zapatillas, fue uno de los reyes indiscutibles del disco contemporáneo: Daphni. El hombre que también está detrás de Caribou, cerró la primera jornada del Sónar con una buena fiesta en mayúsculas. El house se mezcla con los ritmos africanos y negros, dando de resultado algunas de las sesiones con más ritmo que uno podría bailar en la actualidad. Daphni sabía lo que el público quería, y les dio dos tazas a cada uno de ellos.

Finalmente, para acabar con la crónica de esta edición del Sónar de Día, el culpable de la mejor sesión que he escuchado este año en horas de sol. Aún era muy temprano, pero Nicolá Cruz quiso hacer bailar a la gente como si fueran altas horas de la noche. Con un Sónar Hall lleno de gente, los ritmos latinos, pasados por el filtro del house, contagiaban a todo aquél que lo escuchaba de lejos y no podía evitar acercarse a bailar. Fue una auténtica máquina de baila incesable, la emoción y los ritmos se mantuvieron arriba en todo momento, provocando que los asistentes se quedasen sin estar quietos los 85 minutos que duró la sesión. Si nunca tenéis la oportunidad de asistir en una sesión de Nicolá Cruz, id sin pensarlo dos veces. Una vez hayas escuchado las primeras notas de sus composiciones, ya te habrá atrapado en sus redes para siempre.

Nicolá Cruz pinchando en el Sónar Hall. Foto: Ferran Cano

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