InicioConciertosCrónica Primavera Sound 2019: abrazados por Robyn y Janelle (Viernes)

Crónica Primavera Sound 2019: abrazados por Robyn y Janelle (Viernes)

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Foto portada: Sergio Albert

Viernes, segunda jornada del Primavera Sound y, aunque seguimos con una propuesta bastante ecléctica, el recorrido que hicimos este día estuvo marcado por el pop y sus distintas facetas. Como siempre intentamos hacer, llegamos temprano al recinto del Fòrum para intentar aprovechar y ver el máximo de propuestas interesantes posibles. 

Empezamos con el recién estrenado nuevo show de Putochinomaricón. En un año, el joven artista ha madurado y evolucionado artísticamente muchos años de golpe. Su espectáculo, ahora dotado de cuatro bailarines, era una oda al ser diferente, friki, queer y, por encima de todo, libre. Sus composiciones pop, en directo, llevan en su ADN la fuerza reivindicativa y sin barreras que uno podía escuchar en Bikini Kill o Courtney Love (punk femenino que el artista tanto admira y le inspira). Los asistentes bailaban, reían, saltaban y cantaban pero, por encima de todo, se contagiaba de la voluntad de destruir las injusticias y luchar por la libertad a la que cantaba Chenta Tsai.

Putochinomaricón. Foto: Christian Bertrand

Pero aquí no acabó la esencia del punk en ese viernes soleado. También disfrutamos, en formato íntimo, la fuerza rosa de las CHAI. El pop japonés se mezcla a la perfección con el espíritu del punk y, pasado por un filtro kawaii, se pegaba como un chicle en el corazón de los asistentes. El carisma de las CHAI hacía que uno se enamorase de ellas y, con una sonrisa, les pidiese más dosis de guitarras y punk en japonés. La velada fue corta, pero no faltó «Fashionista», su mejor tema.

No nos salimos del rock, pero nos desplazamos hasta la psicodelia. Posiblemente los dos exponentes más importantes, en la actualidad, del género en Australia tocaron el viernes en el Primavera Sound. Y los dos ya han estado en el festival anteriormente. Primero, Pond fueron los encargados de encender los colores de los asistentes y calentar sus mentes. Después, y como plato fuerte, fue el turno de Tame Impala, máximos exponentes de la psicodelia contemporánea. Ya llevan años actuando, y siguen con la misma profesionalidad que el primer día. Luces y láseres se unen para acompañar unas piezas capaces de hacer soñar incluso a los más escépticos. Kevin Parker sigue en forma.

Tame Impala. Foto: Èric Pàmies

Y de aquí nos vamos al género de la jornada: el pop. Por primera vez en la historia del festival, cuatro artistas de este género ocuparon los escenarios importantes del Primavera Sound. Empezamos con Carly Rae Jepsen, la creadora de uno de los hits más escuchados en los últimos años, «Call Me Maybe». Realmente, la canadiense desprendió alegría y felicidad hasta más no poder. El éxtasis llegó con «Cut To The Feeling», tema con el que todos los asistentes, e incluso los que estaban cerca, se pusieron a saltar y tararear.

Luego llegó una de las estrellas del día: Janelle Monáe. Espectáculo en mayúsculas. Hacía tiempo que se esperaba su visita por tierras nacionales; pero compensó todos estos años de impaciencia. La americana llegó con todo su equipo femenino de músicos y bailarinas para presentar su último trabajo, ‘Dirty Computer’. Pero tampoco faltó ninguno de sus (queridos) clásicos: «Tightrope», «Electric Lady» o «Q.U.E.E.N.». Monáe no dejó de bailar ni de cantar, demostrando que son dos habilidades que domina a la perfección. Todo acompañado de su discurso de amor a uno mismo, a los demás, a la libertad de género y sexualidad y, por encima de todo, en contra de aquellos líderes que usan el discurso del odio contra las minorías. Bajo la voz de Janelle, todos éramos uno y el amor es lo que nos unía.

Janelle Monáe. Foto: Sergio Albert

Seguimos con uno de los nombres más importantes de la cultura contemporánea americana: Miley Cyrus. La diva americana fue la encargada de traer una gran cantidad de seguidores, y eso se vio con uno de los llenos más grandes de lo que llevábamos de festival. Aunque un poco fría a nivel intepretativo y bastante estática, Cyrus no falló en los temas que tanto quieren sus fans y que la han llevado al estrellato mundial: «Party In The U.S.A», «Wrecking Ball», la versión de «Jolene» o las recientes «Malibu» y «Nothing Breaks Like A Heart».

Y acabamos la dosis diaria de pop con una de las reinas indiscutibles: Robyn. Hacía mucho que no se la podía ver en solitario (la última vez que vino hace unos años fue con Röyksopp en el Sónar). Y esta temporada, después de 8 años sin sacar nada en solitario, nos deleitó con el magnífico ‘Honey’. Y su directo sigue teniendo la magia que la hace tan especial: la mezcla de la pista de baile con las letras más emotivas y sensibles. El Fòrum se convirtió en un gran club de Ibiza en el que la invitada se sentía como en casa. Las zapatillas ardiendo mientras los pelos se erizaban y las emotivas lágrimas bajaban por los rostros de los fans. El momento más mágico de todo el festival: cuando todo el público empezó a cantar «Dancing On My Own» delante de una Robyn visiblemente emocionada.

Como ayer, acabamos con la electrónica. Tres artistas con estilos muy distintos. El primero, uno de los productores británicos de los últimos años: Mura Masa. Destacado por sus colaboraciones con artistas como A$AP Rocky o Charli XCX, su sesión repasó todos sus hits, que hicieron saltar sin parar a los asistentes, como si de una colección de grandes éxitos se tratara.

Seguimos con Iglooghost, la propuesta más transgresora que vimos en la noche del viernes. Electrónica experimental que se mezclaba con el dubstep y sonidos propios de los videojuegos japoneses, para dar unas composiciones sin una estructura clara pero que se meten dentro de la cabeza y no puedes dejar de escucharlas. Realmente, como si uno hubiese entrado en una dimensión totalmente de otro planeta. Finalmente, acabamos con Peggy Gou, la que, para un servidor, ha sacado uno de los mejores discos de esta temporada. Nos deleitó con una sesión house que bebía de los clásicos del funk y del disco, poniendo, de esta forma, la guinda de una jornada marcada por el amor, el éxtasis y los colores.

Mura Masa. Foto: Sergio Albert

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