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Crónica BIME Live 2019: Jamiroquai extiende su funk en un BEC de récord (sábado)

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Récord de asistencia en la séptima edición del BIME Live 2019. Así lo anunció la organización, aunque las cifras dicen lo contrario. Consolidado tanto su apartado profesional como su espacio artístico, el festival del BEC atrajo este año a más de 21.000 personas en total (menos que en el año de Imagine Dragons, por ejemplo), lo que vienen a ser unas 12.000 personas viendo este 2 de noviembre al gurú del acid jazz y el funk en los 90, Jason “Jay” Kay. Las apreturas fueron mayores en la segunda jornada del festival vizcaíno, que estuvo a punto de continuar con su mala racha. 15 minutos antes de la hora de comienzo del concierto de Jamiroquai, un mensaje avisó en las pantallas: “Esta mañana Jay Kay ha sido diagnosticado de laringitis. Tratará de dar lo mejor de sí”.

Afortunadamente para la muchedumbre predispuesta a bailar y disfrutar de los sonidos tropicales y cósmicos de los británicos, Jamiroquai actuaron en su vuelta a Euskadi 14 años después. El concierto, eso sí, resultó plomizo, reiterativo en los pedales wah-wah y las percusiones afrobeat y muy discontinuo, centrado principalmente en los principales éxitos de la carrera de la banda. A “Jay” Kay no se le vio cómodo: entre canción y canción bebía de una taza, suponemos que para cuidar su voz; hizo mutis un par de veces (en una les alumbraron con el foco para revisar algo que le incordiaba); estuvo, ¿diez minutos?, presentando al grupo; y no se le escuchó del todo bien a ratos, con las coristas sonando por encima.

Lo cierto es que el cantante ha vivido épocas mejores, tanto de fama como de forma. En los 90 sus discos vendieron millones y sus giras llenaron estadios. En el BEC, su concierto sirvió para que muchos nostálgicos y nostálgicas derrocharan energía al ritmo de la formación que acompaña a “Jay” Kay, convirtiendo el pabellón de los dos escenarios principales en una discotequera fiesta funky. La audiencia, principalmente cuarentona, que ya bailaba “Superstition” antes de que Jamiroquai salieran a escena, entonó al unísono el estribillo de “Alright” y animó al intérprete en alguno de sus parones, a sabiendas de que no estaba en las condiciones óptimas. Además, se subió notoriamente el volumen en comparación con el resto de la jornada.

«Jay» Kay ha vivido épocas mejores. Foto: Óscar L. Tejeda.

Vestido con su particular y llamativo tocado indio y un chándal que bien podría haber salido del armario de Maradona, “Jay” Kay se vino arriba en el tramo final del concierto. No en vano, pese a que el vocalista ya no baila como antes, dio un giro para regocijo del respetable, aunque al terminarlo cantó sofocado.

La actuación, de alargados epílogos instrumentales, la impulsó la banda, a la altura de las circunstancias, y los hits populares, bailongos y comerciales de Jamiroquai: “Cosmic Girl”, con una silueta femenina moviéndose en la pantalla al son de los burbujeantes teclados; “Travelling Without Moving”, con soberbia y manida aportación guitarrera; “Canned Heat”, con ese “dance” ochentero repetido en el estribillo y el cantante haciendo de director de orquesta a su manera; y “Love Foolosophy”, con ‘Jamiro’ poniéndose a bailar ante la algarabía general. Todas ellas canciones que se extendieron hasta los 6-7 minutos, como mínimo, con un ritmo siempre efervescente y contagiando a un público entregado al baile. 

Poderosa Brittany

La jornada del sábado del BIME Live 2019 contó con una programación más suculenta a nivel general que la del viernes. Comenzamos con dos propuestas estatales: la de los santanderinos Los Estanques y la de los madrileños Carolina Durante, convertidos en apenas un año en referencia para los y las fans del «indie» nacional.

Actuaron antes los cántabros, influenciados por el prog y la psicodelia, cuyo tercer álbum de estudio y primero homónimo los ha propulsado a nivel de popularidad. El eco del recinto no les benefició al principio, por el poco público que había. Tampoco ayudaron las pruebas de sonido para Carolina Durante en el escenario de en frente. Descargaron con furia en “¡Joder!”, se mostraron virtuosos en los solos (especialmente el batería Andrea Conti) y se gustaron en las progresiones con el compositor principal Íñigo Bregel aporreando su teclado en un demencial desenlace.

Íñigo Bregel de Los Estanques. Foto: Óscar L. Tejeda.

Al poco rato salieron a escena Carolina Durante, icono indie millenial que también centró las miradas de una audiencia más veterana. Entraron con energía, de la que se fue contagiando el gentío siguiendo los saltos del cantante Diego Ibáñez y coreando temas como “En Verano”, “La Noche de los Muertos” o “Nuevas Formas de Hacer el Rídiculo”, con esa referencia directa y lasciva a Mikel Izal. Sonaron lineales, con guitarras tirando hacia un emo pop distorsionado en “300 Golpes” o infantiloide en “Cuando Niño”, que les quedó mejor que en estudio. El momento “Cayetano” puso el punto y final a su actuación, olvidada nada más concluir.

Un cuchillo era la escenografía de Carolina Durante. Foto: Jordi Vidal.

Después llegó el turno de los Divine Comedy de Neil Hannon, que tiró como siempre de fina ironía para dirigirse al público en su ‘mood’ festivalero: “¿Estáis contentos o no? Si no, hay tenéis la puerta”. Con toda la banda trajeada y con gafas de sol, en la primera parte del bolo pusieron el foco en su última referencia, ‘Office Politics’. Se envalentonaron especialmente al enlazar “The Synthesiser Service…”, con los miembros experimentando con los sintetizadores y sonando más irritantes que Kraftwerk un día antes, y el acústico “I’m A Stranger Here”; “hacéis mucho ruido”, dijo Hannon sin maldad ante la verborrea del público, práctica habitual en el festival BIME Live.

Se pusieron gorros de fiesta y sacaron globos para la segunda parte de su actuación, que se pudo leer como recompensa a las personas que se mantuvieron allí. No en vano, pocas bandas de las últimas dos décadas pueden sacar de su chistera canciones de pop como “At The Indie Disco”, “I Like” o “National Express”. Sonaron con un volumen bajo todo el concierto, y les faltó pegada en la despedida con “Tonight We Fly”. Era su tercera vez en el festival vizcaíno, la primera fuera del Antzerkia, y seguramente la peor de todas.

The Divine Comedy no tuvieron su mejor día. Foto: Óscar L. Tejeda.

Más vibrante y poderosa sonó la banda de Brittany Howard, cuyo recital de 15 piezas, bis incluido, se llevó las mayores ovaciones del respetable. La cantante de Alabama Shakes se centró en presentar las canciones que ha escrito para el debut bajo su nombre, ‘Jaime’, un trabajo dedicado a su hermana fallecida en edad adolescente. Se trata de su segunda referencia ajena a la todavía joven banda de americana y blues, después de lanzar en 2015 un álbum con Thunderbitch.

La intérprete arrolló con su voz y presencia escénica. Una auténtica diva con halos de estrella que cantó soul descarnado (“Short and Sweet”), funk orgánico (“Presence”) o góspel emocional (“You’re What I’m All About”). Invocó a los clásicos con versiones de Prince (“The Breakdown”), Jackie Wilson (“Higher And Higher”, con la peña alzando las manos como en una misa góspel) y The Beatles (una dinamitera “Revolution”).

Brittany Howard brilló en el BIME Live 2019. Foto: Jordi Vidal.

Se apoyó además en una destacada banda de seis músicos, con mucho wah-wah aquí también aunque en dosis más ligeras, y dos coristas. Los presentó cual predicadora, mientras el grupo iba entrando en una jam. Llamó al amor y a la igualdad en “13th Century Metal” y en los ritmos africanos de “Bring Your Love To Me”. Derrochó voz en “Baby” y se ganó al público con “History Repeats” en el bis. Posiblemente una de las mejores actuaciones que se han vivido en los siete años del festival.

Al igual que Brittany Howard, Róisín Murphy también brilló, a su manera, pasadas las dos de la madrugada. La anglo-irlandesa ex-Moloko comenzó con 15 minutos de retraso por problemas técnicos, pero una vez echó a rodar, su camaleónico electropop conquistó y puso a bailar al ritmo de hits seductores (“You Know Me Better…”), empoderados sintetizadores (“Overpowered”) y  aplaudidos guiños a su anterior proyecto de trip-hop: en “Forever More” acabó engullida por las primeras filas.

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