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Crónica Azkena Rock 2019: La fiesta rockabilly de Stray Cats retumba en Vitoria (viernes)

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A eso de las 17:30 de este viernes 21 de junio los tupés y vestimentas que iban surcando la entrada a Mendizabala daban una pista de quiénes iban a ser los reyes de la primera jornada del Azkena Rock 2019. Stray Cats, los ‘gatos callejeros’, fueron los grandes protagonistas del día. Su fiesta rockabilly llenó de buen rollo y positivismo el recinto del festival vitoriano en un estado de forma envidiable.

Unas horas antes de que el trío, con su formación original de Brian Setzer (voz principal y guitarra), Lee Rocker (contrabajo; qué apellido más apropiado para el Azkena), y Slim Jim Phantom (percusión) se subiera al escenario, el estilo rockabilly fue insertándose en las venas de la parroquia rockera, fiel como siempre a su cita con el festival. No en vano, cuando todavía la mayoría no había ni llegado al recinto, la banda bilbaína Micky & The Buzz abrió el escenario principal con su fusión de sonidos de los 50 y un huracán personificado en su vocalista italiana Micky, que se bastó ella sola para poner a bailar a los primeros asistentes del Azkena.

Micky no paró un segundo en el primer concierto del Azkena Rock Festival. Foto: Óscar L Tejeda.

Si Micky fue un huracán, lo que surgió justo después en el espacio secundario es indescriptible. El grupo punk Surfbort fue la agradable sorpresa de la jornada, más por su pintoresca y desacomplejada vocalista Dani Miller, que por su directo. Entraron algo fríos a escena, con las guitarras comiéndose por completo la voz de Miller, pero gracias a ella se animó el bolo mientras el resto ejercía de simples escuderos para sus improvisadas locuras.

A mitad de concierto bajó al público para cantar en las primeras filas y acto seguido dejar el micro a dos personas para que entonaran los coros (“la, la, la…”). Miller huyó de la escena y se dio un garbeo dejando una situación completamente surrealista. Todo acompañado de canciones de su único largo hasta el momento (“Pretty Little Fuckers”, “Hi Anxiety”, “ACAB”…) en las que no hay tiempo para delicadezas. Hubo hasta pogos en el Azkena, quién lo diría.

Dani Miller, en uno de sus divertidos movimientos. Foto: Jordi Vidal.

Después del acalorado bolo de los neoyorquinos la peña se dividió entre los que quisieron ver lucha mejicana extrema (por lo que oí, de mejicanos tenían poco los primeros contrincantes), las que se sumergieron en los sonidos más crudos del Trashville (el hombre orquesta Dollar Bill primero con su blues primigenio y el dúo The Cheating Hearts luego con su rock garajero), los que prefirieron el hard rock de los británicos Inglorious y las que se quedaron a la espera de Stray Cats con los australianos The Living End.

El hombre orquesta Dollar Bill en el Trashville. Foto Jordi Vidal.

Influenciados por los cabezas de cartel de la jornada (lucían igualmente contrabajo), se movieron más por el pop punk que a ratos recordó a Green Day, que por el punkabilly con el que se definen. Destacó en este segundo aspecto una jam en la que el cantante hizo equilibrismo sobre el contrabajo (también lo haría Setzer un rato después). Dieron espectáculo y agradaron a la audiencia. Ni tan mal.

El contrabajo, como el de The Living End, tuvo mucho protagonismo en la primera jornada. Foto: Óscar L. Tejeda.

Todo lo contrario Lucero, que no hablan castellano pese al nombre, como se encargó de afirmar Ben Nichols, líder guaperas con pintas de personaje de ‘Pasión de gavilanes’ que desentonaba con las apariencias del resto de integrantes. Dado a las poses para las cámaras y a impostar la voz al hablar, sobró profundamente el momento «Loving» (canción que firmó para el filme homónimo de su hermano Jeff, recordó Nichols) con el resto de la banda grabando la romántica escena con sus móviles. Fue una decepción sorprendente agrandada por un público con ganas de charlar. Irse a pillar sitio para Stray Cats fue la mejor decisión posible.

Ben Nichols (Lucero) no se movió de su zona para las poses. Foto: Óscar L. Tejeda.

Los ‘gatos’ superaron con creces las expectativas que pudiera haber con su retorno. En 2018, dieron un puñado de actuaciones en Estados Unidos y a finales de aquel año anunciaron oficialmente su vuelta: nuevo disco y gira mundial por su 40 aniversario. Y qué mejor espacio para comenzar un tour de auténtico rock ‘n’ roll que el Azkena Rock pensaría Setzer, que ya encabezó el festival en solitario en 2011. Con un telón de fondo con la imagen de la portada del flamante digno trabajo, salieron a escena como estrellas los tres miembros de la banda.

Sin embargo, el inicio con «Cat Fight (Over a Dog Like Me)», single de su última publicación, pilló fría a la audiencia que estaba ávida y ansiosa por los grandes éxitos de los felinos. No tardaron en apagarse estas ansias y a la segunda llegó «Runaway Boys», de su celebérrimo debut de 1981. El estado de forma del trío (rondan los 60 años) destacó y dejaron claro que, como buenos mitos del rock, no tienen edad sobre el escenario.

Prácticamente sin descansos ni concesiones, fueron disparando hits, algunos de ellos versiones de los clásicos a los que reivindicaron en los 80 como Gene Vincent («Double Talkin’ Baby»), Dorsey Burnette («My One Desire»), o ese tema a modo de homenaje al mencionado Vincent y a Eddie Cochran («Gene & Eddie») que subió las pulsaciones de la audiencia con los mayúsculos solos de Setzer y Rocker. Este último tuvo protagonismo vocal con la nueva «When Nothing’s Going Right» y la aplaudida «Bring It On Back Again».

Guiño a Dick Dale

Igual de efusiva fue la acogida del guiño al fallecido Dick Dale con la versión de la tarantinesca «Misirlou» por Setzer. El músico era uno de los rostros que aparecían este año en los escenarios de Mendizabala junto a Scott Walker, Aretha Franklin, Roky Erickson (13th Floor Elevators), Andre Williams y Vinnie Paul Abbott (Pantera).

En forma de apisonadora encarrilaron el final del concierto con «Blast Off», los aplausos espontáneos de «Rock It Off», la introducción a modo jam para presentar al trío antes de la palpitante «Fishnet Stockings» y el exitazo «Rock This Town» tras los “beste bat” de la parroquia. «Built For Speed» y «Rumble In Brighton» pusieron el broche en el bis a la impecable fiesta rockabilly de una banda histórica. La música actual necesita unos nuevos Stray Cats.

Tropical Fuck Storm, el nuevo proyecto del líder de The Drones, Gareth Liddiard, no parecía encajar demasiado en la temática del Azkena Rock. La psicodelia vanguardista y experimental del grupo, con el ruido y la distorsión como bandera, dejó a más de un asistente con cara de desconcierto. Sin embargo, celebrados temas como la emocionante «You Let My Tyres Down», el riff de bajo groovy de «Rubber Bullies», la descarga eléctrica de «Soft Power» o el extenso single recién publicado «Paradise» (¡en agosto llega la reválida!) dejaron un gran sabor de boca. El cierre con el clásico de The Drones «Baby Squared» puso el punto y final a su recital con Liddiard sumergido, precisamente, en el drone.

Gareth Liddiard lideró a Tropical Fuck Storm. Foto: Óscar L. Tejeda.

Había cierta intriga por ver en qué estado saldrían a escena los tres integrantes originales de The B-52’s, los más veteranos de la edición (Kate Pierson tiene 71). La entrada al bolo no dio muchas esperanzas. A Fred Schneider se le veía muy debilitado de voz, mientras que las voces histriónicas de Pierson y Cindy Wilson parecían autoparodiarse. Lo cierto es que nunca ha sido una formación muy seria, como recordó un vídeo antes de que salieran a escena. En él se mostraban momentos esenciales de su carrera. No en vano, esta es su gira de despedida.

El sonido disco y funk de canciones como «Mesopotamia» o «Summer Of Love», que una solvente banda de apoyo se encargaba de dirigir a buen puerto (el bajo sonó demasiado alto en los primeros compases), encajaba tan poco en el ambiente azkenero que el cachondeo era lo único que podía solucionar aquello. Eso debió de pensar Schneider que no paró de bromear con el castellano hasta agotarnos con su “luna loca” o “langosta rock” y de introducir sus habituales instrumentos de juguete. El trío de piezas en las que se evaporó del escenario fue lo mejor del concierto, destacando en especial la guitarrera «52 Girls» y «Roam», de aquel disco producido por Nile Rodgers con el que regresaron por todo lo alto en 1989 tras el fallecimiento de Ricky Wilson en 1985.

Cindy Wilson y Kate Pierson (The B-52’s) revivieron éxitos de los 80. Foto: Óscar L. Tejeda.

A pesar de la edad, ambas vocalistas se mantuvieron sobre el escenario todo el recital, dejando algún que otro baile incluso, aunque obviamente sin la misma fuerza vital que en sus inicios. «Love Shack», «Dance This Mess Around» o el hit que despertó la vena creativa de nuevo a John Lennon, «Rock Lobster», integraron la parte final de un bolo verbenero que no pintó demasiado en el festival vitoriano.  

Un sonido horroroso en el concierto de GlassjawDaryl Palumbo no sabía donde meterse en los primeros minutos- hizo que varias personas diéramos por cerrada la jornada musical en la que el rockabilly volvió a retumbar en el Azkena Rock.

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